En aquel instante, simplemente, todo pareció tener sentido. Los sentimientos estaban donde tenían que estar. La tristeza es algo que se debe experimentar y de lo que se puede aprender. Por una vez sentí que todos mis músculos, huesos y lípidos estaban donde tenían que estar sin necesidad de pasar hambre o matarme a correr. Simplemente, tengo la capacidad de cambiar las cosas.
Por un momento, tuve claro que todo ocurre, y como no puedo cambiar eso, más vale aprender de ello.
Tengo la sensación de que hay en mí demasiadas cosas y no puedo expresarme ni la mitad de bien de lo que querría, pero tampoco importa, porque ahora debe ser de este modo.
Ha sido una bonita epifanía.
viernes, 25 de abril de 2014
Sense.
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