Dani me llevó a mi casa, y sobre las cinco de la mañana me dejó junto a mi ventana.
-Espera-grazné
-¿Hmm?
-¿Qué somos, Dani?
-¿Necesitas encontrarle un término?
Me encontré a mí misma dudando. Él esbozó una media sonrisa.
-Buenas noches, princesa.
Cuando levanté la cabeza, su sombra ya se recortaba con la luna, que florecía sobre la ciudad, luchando con la capa de luz artificial que escondía el suelo de los ojos de las estrellas.
Salté el alféizar y busqué a tientas en la pared para encontrar el interruptor de la luz, que me cegó por un momento. Me quité la sudadera y la colgué del perchero con forma de guitarra. Las teclas eran los ganchos para la ropa. Luego abrí la cama y me acurruqué bajo la fina colcha.
¡Ah! tanteé en la mesita de noche hasta encontrar mi móvil. Lo desbloqueé y activé el wifi. Después de lo que me pareció una eternidad, me metí en Tuenti, la única red social que mantengo al día. Revisé los comentarios, mensajes y fotos y me encontré con que sólo Ézhor había tratado de contactar conmigo
<< Canijaaaaaaa...¿te vienes mañana a mi casa? nosotroh podemos zombies, plantar unas Claymore, echarnos unas carreras...¿Qué me dices?>>
Pulsé el botón Responder.
<< Allí me tienes después de jalar, petardo>>
Sábado jugando a la playstation. Casi como cualquier otro día. Bostecé, y lo último que recuerdo es que bloqueé el teléfono sin quitar el wifi.
Sentí que abrían la puerta, pero mantuve los ojos cerrados y la respiración acompasada. Reprimí una exclamación ahogada cuando sentí a otra persona tumbarse a mi lado y rodearme la cintura con el brazo.
-¿Qué...?
-Aquí me quedo-suspiró Alex
Yo no iba a quejarme. Bajé la cabeza hacia su pecho y él me apretó más fuerte.
-Hay que bajar ya, en breve vamos a almorzar...
-¿Ya?-no me extrañó en absoluto-Bueno, vamos
-En un minuto...
Permanecimos así un ratito antes de que me soltase perezosamente. Yo me lavé la cara y los dientes antes de bajar, con el pelo como un almiar y el pijama hortera.
Comimos acompañados por el murmullo de aquellas deprimentes noticias. Procuré terminar pronto con aquel inapetente almuerzo.
-¿No quieres nada de postre?
Mi hermana siempre me presionaba para que comiese. Temía que mi complejo me obsesionara...
-Estoy llena-musité mientras me llevaba mi plato medio lleno lejos de su mirada.
Claro que quién puede almorzar nada recién levantada.
Luego corrí a vestirme. Lo usual. Camiseta negra de manga corta, del grupo My Chemical Romance, con la araña blanca sobre la bandera estadounidense, como en el álbum Danger Days, unos pantalones cortos, vaqueros, muy normales, y converses de bota. ¿Rojas, azules o negras? Todas iban a pegar con la camiseta, así que cogí las rojas, porque llaman la atención y eso me gusta. Me recogí el pelo en una cola de caballo, porque estaba muy enredado, luego me pinté los ojos de negro, cogí el mismo bolso que utilizo siempre y salí.
Hacía calor, pero era una tarde bonita, y el optimismo rebosaba por mis sonrisas.
Claro que aún no sabía lo que me esperaba.
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