domingo, 1 de julio de 2012

Capítulo cinco.

Ahora que lo pienso, todavía no he descrito nada de Ézhor. Cómo era, cómo pensaba.
Bien. Mi amigo acababa de cumplir dieciocho años y estaba en su primer año de carrera. De ahí que solo pudiésemos vernos un puñado de fines de semana. Era bastante más alto que yo, podría medir fácilmente un metro ochenta. Era un chico grande, de espalda ancha y brazos fuertes. No se obsesionaba, pero creo recordar que le relajaba mucho hacer deporte. Se dejaba el pelo largo, sin ningún tipo de flequillo pijito ni tratamiento especial. Ya le llegaba más allá de los hombros y se rizaba en las puntas. Ah, y era suave como un diente de león y tan rubio, más cerca del amarillo que del blanco. Su tez era del color del bronce en verano y blanca como una nube durante los meses fríos. Barba rala, ropa holgada y cómoda y unos enormes ojos castaños. Nos conocimos de un modo bastante común. Fue hace un par de años en una quedada de amigos y desde entonces no nos hemos separado. Me gustan nuestras conversaciones estúpidas y sus abrazos de oso sinceros como los de un hermano.
Víctor apareció con una bandeja. Dos coca-colas, un plato de espaguetis a la carbonara -para él- y unos tortellini a la boloñesa para una servidora.
Siempre comíamos a nuestro ritmo. Nos gustaba charlar, reírnos y saborear la pasta casera de nuestro restaurante favorito.
-¿Qué miras?
Me no me había dado cuenta de que le miraba fijamente. Embobada. Qué horrible.
-Sexy-dije
-Tú, ¿no?
Por fin surgió nuestro modo distendido de conversar.
-Aparte
Meneó la cabeza con un deje de displicencia.
-Estás loca
-Sólo si tomo Monster.
Me encantaban esas estúpidas bebidas energéticas con sabor a jarabe, ¿vale?
-Yo no lo necesito para estar mal de la cabeza
Me atravesó con la mirada, invitándome a que pensara mal.
-Es mejor es el azul, definitivamente-. Y el verde, y el Ripper, y el Rehab, y todos aquellos que no pude probar...
Él sonrió de forma lasciva al notar que yo no caía en su puya.
-Hay como veinte tipos distintos
-Pues yo solo he probado cuatro
-Sacaron uno que tenía una especie de Deathbat
En mi cabeza se dibujó la calavera alada de Avenged Sevenfold
-Seguro que es el combustible que le echan al coche de Bat Country
Los dos nos reímos al mismo tiempo
-La bebida Avenged.
-Esa sería cara-apostó
-¿Más de los dos euros habituales? Menudo robo.
-Sería como comprar Avenged a un nardo si no...-opinaba él, torciendo el gesto
Una nueva carcajada y un trago de nuestras coca-colas. Hizo una mueca bizqueando mientras yo aún apuraba mi bebida y me reí, atragantándome.
-¡Vaya jeta!-tosí una vez más-ay, que me muero
Mi protesta le hizo reír aún más. A modo de enfado, hinché los carrillos.
-Hmm, necrofilia...probemos
Abrí tanto los ojos que casi lloraba de risa.
-Muy bonito.-pero no pude evitar que la comisura de mis labios se alzasen también.
-¿les traigo la cuenta?
Alzamos la vista al mismo tiempo a la camarera pechugona de sonrisa tensa.
-Por favor-pidió Ézhor.
Puso un billete de veinte sobre la carpetita de cuero
-Quédese con el cambio.
Yo ya estaba estirándome hasta que me crujieron las articulaciones.
-Bien, amigo. Ya que me has raptado, llévame a alguna parte, ¿no?
-Ya lo tengo todo pensado-guiño confidencial.
-Era broma
-Pues ya no lo es.
Su sonrisa le frunció las comisuras de los ojos mientras sujetaba mi mano izquierda y enfilaba hacia la parada de metro.

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