Aparta los rizos de mi espalda desnuda, con delicadeza. Su dedo índice
comienza a trazar dibujos. Circunferencias, nombres, números...,
cualquiera sabe lo que estaba pensando. Pese al calor y al aire viciado,
yo podría haberme quedado allí media vida. Boca abajo sobre la cama,
con la sábana hasta la cintura, por mera comodidad, ya que entre
nosotros no existe el pudor.
Nunca leí cuentos de hada sin príncipe. O en el que el príncipe no
quisiera a la princesa. O en que el príncipe se largara. ¿Qué haría la
princesa entonces? ¿Estarían permitidos otros besos? ¿Otros brazos?
¿Está bien que me hunda en sus ojos castaños, imaginando que son verdes?
Poco importa ya lo que está bien y lo que está mal. El príncipe ya no
puede enterarse. Ya no tiene derecho a enfadarse. Renunció a mí, ¿no? Yo
pensaba hacerlo, así que no sé de qué me quejo. iba a hacerlo, sí, pero
no tan pronto, no sin despedida, no aún...
Suspiro. Ethan no necesita preguntar nada, claro. Lo intuye, o no le
importa, o en el fondo me conoce muy bien. Huyo hacia el calor de sus
brazos. Me siento culpable a veces, porque recuerdo las voces de mis
amigas...<<Si tú amas a alguien no te acuestas con alguien a la
menos oportunidad..., aunque él no esté contigo>>
¿importa acaso? No intento salir adelante con esto. No lo he hecho
nunca. Ellas no hablaban de mí, claro, pero como si lo hicieran. Solo se
trata de no pensar demasiado en ello.
Abro los ojos. Legañosos, pegados. Vaya, me he dormido.
-Hola, princesa
Sonrío y acaricio su mejilla.
-Qué bien se está aquí-.suspiro
Él me dedica un gesto dulce y me aparta un rizo de la cara
-Lo sé
Permanece en silencio, y yo intuyo que tiene que decirme algo.
-Has dicho su nombre mientras dormías.
-¿Hmm?
¡Calla! ¡No lo digas en voz alta!
-Has dicho Dani.
-Sería una pesadilla-respondo, cortante.
¡Deja el tema ya!
-¿Ah, sí? pareces triste.
Nuestro momento ha pasado. Bufo entre dientes
-No voy a mentirte, no estoy para tirar cohetes.
Me deslizo hasta el borde de la cama. En el suelo está mi blusa azul, de
cuadros. Me pongo la ropa interior y la blusa abierta encima.
-En seguida vuelvo.
Él gruñe en señal de aprobación y se estira en la cama.
Yo voy hasta la cocina, saco un brick de zumo y me sirvo un vaso. El
agua se condensa en los laterales del recipiente formando pequeñas
gotitas, que se dispersan entre mis dedos. Me lo bebo de un solo trago.
Está muy frío. Una gota del líquido dulce resbala por mi barbilla.
Siento unos brazos rodearme desde atrás. Cierro los ojos y me pierdo en el gesto.
-Lo siento, princesa
Me suelta, se gira para mirarme a los ojos. Yo esbozo una triste media
sonrisa. Se inclina hacia mí y lame la gota que se ha deslizado desde la
comisura de mi labio. Luego asciende hacia mis labios, me coge en
brazos, y me lleva de regreso al dormitorio.
No se me ocurre mejor manera de hacer las paces.
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