Apenas he dormido. Me escuecen los ojos, pero ya no sé si es porque tengo sueño o porque he llorado mucho. Los noto más grandes de lo normal.
Sé que no voy a dormirme, así que desactivo la alarma del despertador directamente. Esta pequeña libertad no me hace sentir mejor, y encierro la cabeza en la almohada, tumbada boca abajo. La tela está húmeda. De sudor, de lágrimas y de mi pelo.Siento el moño, medio desecho, en frágil equilibrio sobre mi coronilla.
El ventilador me escupe aire caliente sobre la espalda, una vez más. No tengo ganas de levantarme. Quisiera enterrarme bajo la fina colcha a esperar que estos dos días terminen. Levantarme el jueves y seguir deambulando sin rumbo por la vida, como hasta ahora y desde hace dieciséis meses.
Algo me pone en pie. Ah, son mis músculos. Hacen un esfuerzo por incorporarme y sacarme de la cama. Los de mis mejillas no hacen nada por sonreír. Ni mi cara por mostrar algún signo de expresividad. El mustio "buenos días" sale con un hilo de voz. Veo borroso, como si hubiera abierto los ojos en una piscina llena de cloro.
Hay unos vaqueros sobre mi cama. Servirán. Me pongo los piratas y cambio mi camiseta de Disturbed por la de Avenged Sevenfold. Hoy es su día.
Hoy no me maquillo ni la raya del ojo. Sé que voy a llorar.
El día se convierte en un borrón. Me cuesta concentrarme. No lo hago. No me esfuerzo. No sonrío. Por primera vez, no oculto a nadie quién soy ni cómo me siento. No oculto a nadie que estoy muerta. No me molesto en saludar, en hablar cuando no me apetece hacerlo, en escuchar, en abrazar a mis amigas. No, hoy no. Hoy soy Cris, y estoy triste. Hoy me siento contra el muro y me abrazo las piernas, pese al calor, escondiendo mi cara. No quiero que nadie me vea llorar. No es secreto, pero sí humillante. Es debilidad, y yo odio ser débil, sentirme indefensa. Odio que se me acerquen, y me den palmaditas. Odio que me consuelen. No pueden entenderlo. Nadie puede. ¡Joder! ¿Nadie se ha enamorado nunca? ¿Nadie ha estado alguna vez lejos de la persona a la que quería? Y que me esté leyendo "Cállame con un beso" no ayuda nada. Paula solo ha aguantado tres meses yo que yo llevo soportanto dieciséis.
Sí, hoy hace dieciséis meses.
Cuesta acostumbrarse. Hace un mes que no hablo con él y aún se me hace raro. Se me hace raro no curiosear su tuenti. Se me hace raro no preguntarle si recuerda los días como hoy. Se me va a hacer extraño, ajeno, llegar a casa y que no me llame. No me envíe un SMS. No me ponga un privado, un comentario, una videollamada o siquiera un tablón.
Ah, se me va a hacer extraño sobrevivir hoy.
Mi Tuenti está casi tan vacío de novedades como mi vida. Casi tan muerto e inactivo como yo.
Y lo único que puedo hacer es escuchar nuestra canción y echarle de menos. Los días en que tengo que fingir que soy fuerte, que puedo con ello, y ser amable con todo el mundo se reducen a todo el año. Pero el día quince no.
No pude despedirme de él, y no puedo sacarme eso de la cabeza.
Me pregunto si estará enfadado. Me pregunto si me recuerda.
Me pregunto...si se acuerda de qué día es hoy.
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