Me apretó contra su pecho, su mano grande y cálida ciñéndome la espalda, con la otra, llevando mi pierna hacia su cadera, desde el glúteo. Conozco sus gestos, sus intenciones, sus besos blandos y hambrientos, ansiosos.
Apretados en un abrazo ansioso y sin aire, pero no exento de ternura, esa dulzura que todo lo impregna. Esos ojos de caramelo bajo una luz indirecta, la banda sonora de mi corazón galopando y llenándolo todo.
<<Mi pequeña, te amo>>
Bae, mi bae.
Pero me desperté, y la habitación se me cayó encima. El mismo espacio donde yo rompí nuestros corazones.
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