La primera vez no fue como yo pensaba que sería. Quería hacerlo bien, no como la última vez..., pero, de nuevo, los deseos de otra persona se impusieron a los míos. A tomar por culo la atmósfera íntima, o lo que yo deseara.
No sé cómo escribir sobre esto, o siquiera si debería. Me arrojó en la cama como si fuera una pluma; fue brutal en muchos sentidos..., pero no decía nada de mí, ni de nosotros. No encontré lo que estaba buscando, y me invadió el pánico de sentirme rara entre otros brazos, mi corazón llorando por el amor que echaba en falta en el tacto, el calor, el tempo. Fue demasiado íntimo, pero no cariñoso ni dulce a pesar de ello. Fue él, ¿Tratando de satisfacer su ego?
Me sentí culpable por pensar en otro, aunque fuera en segundo plano, fría por no disfrutar del anhelado momento, me sentí..., incapaz y menos mujer, por no servirle de refugio. Cuando vi mi rostro triste y los moratones que sus manos y su boca habían dejado en mi cuerpo, ante el espejo, quise coger mi ropa y salir corriendo; pero supe que no podía, que no debía.
Pero en lugar de ser honesta con mis emociones, me sobrepuse y mentí. Era la única forma que se me ocurría de intentar que funcionara...
Parece que es lo único que sé hacer estos días.
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