miércoles, 9 de octubre de 2019

Sea.

Estoy aquí, pero realmente estoy lejos, muy lejos de las bancas frías, de la irritante voz de la señora rebotando contra las grises paredes, lejos de la contaminación caliente y opresiva de la ciudad, lejos del trabajo, de la universidad, lejos de la vida por obligación....
Estoy..., perdida en un recuerdo. Un recuerdo real, más vivo probablemente que yo misma. Estoy sentada en un trozo de muro de tierra y solo veo lo que iluminan la luna y las estrellas, que son miles, cientos de miles aquí, y el cielo negro se ve más bien blanquecino en algunas áreas. Mis ojos, frente al proyector mal iluminado por los focos de luz amarilla y descolorida del aula, buscan la línea donde el océano se mezcla con el cielo en una masa oscura, informe, tranquila. Desde este incómodo y desproporcionado asiento, que siento bajo los muslos como roca rugosa, contemplo el mar y pienso que ha estado ahí, inamovible, desde mucho antes que yo habitara el mundo, y seguirá ahí cuando me vaya, moviendo arena, invadiendo el Paseo durante una tormenta, alimentándose de las historias de amor que transcurran en sus orillas.
Como la mía.
Pálido como la arena, está sentado a mi lado. No le estoy mirando, pero le llevo tatuado en los párpados, así que siempre puedo verle. Le huelo, su piel, su perfume, el salitre, el repelente de mosquitos, los restos de cloro y protector solar en el aire; y más que olerle, le siento. Su piel irradia calidez, mis poros se abren para beber de su luz, mi cuerpo le llama y le necesida. Su brazo en mi espalda no es suficiente, quisiera tenerle dentro, todo lo cerca que me permita el espacio físico..., pero no pasa nada. Todo va bien. En este silencio de olas rompiendo y grillos cantando, todo va bien. Sin hora, sitio al que regresar ni cosas que hacer, todo va bien. El feliz sosiego abandonado del verano en el litoral se abre paso refrescando mi piel y suspiro tranquila. Él me besa la sien y exhala un te quiero ahogado por la humedad de la noche, calándome hasta los huesos con un amor denso y antiguo como el propio océano.

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