Querido Ale:
Después del ligoteo divertido de estos días, siempre que pienso que por azares del destino casi no acudí a nuestra cita, me quiero morir. Si tú supieras lo bien que me lo estoy pasando... Tu timidez es bastante refrescante. Se nota que eres bastante nuevecillo en esto, pero a mí me gusta más así; claro que la responsabilidad es mayor.
Aunque... no paro de preguntarme por qué no me besas. Y entonces te veo hablando con ella y me vuelvo más pequeñita que nunca. No sé si son celos o inseguridad, pero no quiero espantarte.
No creo que pudiera soportar ser el segundo plato otra vez. Por favor, si es así, dímelo ahora.
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