Haruka dice que, cuando tienes un talento, en la infancia eres un prodigio, en la adolescencia un genio y, cuando alcanzas la edad adulta, simplemente eres mediocre.
Nunca quise destacar, realmente, pero lo cierto es que he luchado contra mi propia mediocridad toda mi vida; y durante casi toda mi adolescencia he sido la brillante hija de papá. Pero lo cierto es que me siento más mediocre que nunca, sin ninguna afición ni talento extraordinarios (y con más carencias de las que cabe suponer en un ser humano medio).
Sin embargo, esta relativa calma no está mal. Si no se fijan en mí, si no me miran, no me pueden molestar. Mientras tanto, yo gozo de seguir aprendiendo. En la frase "el que no cultiva el espíritu es un idiota", sustituyamos la constante "espíritu" por "mente".
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