En general, no me gusta que mi hermana duerma fuera de casa. Después de tanto tiempo compartiendo habitación, me cuesta conciliar el sueño si no siento su respiración cerca. Pero hoy no me importaría estar sola, podría encender la luz y leer y escuchar música hasta poder dormirme sin molestar a nadie. Ni siquiera puedo levantar la persiana sin que se moleste, y pongo los ojos en blanco mentalmente ante el pensamiento, pero estoy divertida.
Y exasperada. Me pongo sobre el costado derecho. Boca arriba. Sobre el costado izquierdo. Abrazo uno de los cojines, ladeándolo levemente. Me entra calor, y pateo la colcha hacia el final de la cama. Luego, cambio de postura, esta vez boca abajo, con los brazos debajo de la almohada, el cojín cae al suelo con un ruido sordo. Ahora me duele el pecho, y la espalda, y para colmo quiero taparme de nuevo.
Suspiro y abandono. Ruedo hasta el borde de la cama y me pongo en pie sobre la madera lisa y suave. Cuidadosamente recojo mi libro de la estantería a mi lado y huyo de la habitación tratando de ser silenciosa.
Más tarde, acurrucada en el sillón junto al ventanal, me pregunto si Ed estará dormido. En medio del frío silencio, lo echo de menos, me echo el cobertor del sillón sobre los hombros. Quién me diría que yo iba a tener frío..., aunque no se deba a la temperatura.
Pienso en poner música, y finalmente acudo a mi carpeta de Jazz, buscando algo de Miles Davis.
Acercándome al círculo de trémula y cálida luz, susurro los versos de uno de mis poemas favoritos de Bécquer:
" Podrá no haber poetas,
pero siempre habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía"
Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía! "
Distraídamente tomo nota de las anáforas y los paralelismos, aunque la parte central de mi cerebro está embriagado de belleza, de imágenes inconexas, de tranquilidad, de piano y saxofón, de la luna creciente sonriendo quedamente desde el cielo.
A veces, el insomnio no está tan mal.
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