Él te necesita, y no estás. Simplemente no estás. Enterrada en tu auto-estupidez, preguntándote continuamente hasta qué punto has asumido lo que sientes, y barajas la posibilidad de enmascarar una oportunidad bajo el hechizo de un sueño, cuando él deposita su fe ciegamente en ti. Y le amas, pero simplemente, no lo haces bien. No es un juego, nunca te lo ha parecido, y sin embargo actúas como si así fuera.
No, nunca aprenderás.
Realmente, no te lo mereces. Jamás estarás a su altura.
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