jueves, 30 de agosto de 2012

Aunque te diga adiós.

Mis ojos estudian las formas irregulares que se forman en el techo rugoso. No consigo quedarme dormida. Alzando mis auriculares y el mp5, que está sobre un cojín en el suelo, cargando, e inicio el reproductor de música, Zimly. Pulso el play de la canción en que me había quedado.
You and I, de Park Bom. La carpeta de música coreana sigue activada de forma perenne.
"Aunque te diga adiós..." me sé la traducción de memoria "...tú eres todo mi mundo". Qué bien me va la letra, ¿hm?
"Esta noche, detrás de tus ojos y tu sonrisa, puedo ver el dolor que te he causado". En mi cabeza, canto el principio de forma mecánica. Casi a la vez, lo voy traduciendo. No puedo dormir sin música, y mi padre me riñe, porque siempre dice que no dejo descansar mis neuronas. No duermo con el mp5 en la mano toda la noche, claro. Cuando me percato de que hay trozos de la canción que no recuerdo haber escuchado, suele ser porque me he quedado dormida ese fragmento, quizás un minuto, quizás cuarenta segundos. Es entonces cuando me quito los cascos, los cuelgo y me rindo al sueño.
Pero esta es la tercera noche consecutiva que no hablo con él, con Eddie. Le echo mucho de menos. Y a su rol, claro. En mi fuero interno lo reconozco, reconozco que me gusta. Pero no le doy tanta importancia como requiere. También fantaseo con mis esperadísimas vacaciones. Piscina, césped, siestas, coquinas, paseos, tardes de pesca, agua fría, arena blanca. Sin internet. Mi familia, mi música, mis libros, mi cuaderno y mi mente. Quince días al año para purgar el desconcierto, la maraña de dudas que asolan mi cerebro a cada instante.
Quince días sin Eddie...
Por algún motivo, como siempre, You and I me hace llorar. Me trago un sollozo y salgo a la terraza para no despertar a mi hermana.
Aunque te diga adiós, mi mundo eres solo tú.
Recuerdo una noche en concreto. Mirábamos al cielo. Tomábamos helado juntos. Yo señalé una estrella fugaz. Le pregunté qué pediría, si pudiese tener lo que fuera. "A ti" fue su respuesta. No era verdad, claro, pero quedaba muy bonita en aquel momento. Aspiro una densa bocanada de aire húmedo y caliente. "Ya soy tuya" Le dije yo. Tampoco era cierto, obviamente. Pero era la respuesta ideal, en aquella situación. Mi corazón redobló su ritmo, y yo me lo tomé todo como si fuese verdad. Como si él me quisiera y yo fuese suya. Pero es hora de decir adiós a los recuerdos, me parece, es momento de dejar que las heridas sanen y se cierren, aunque dejen su marca, como toda herida profunda. Ahora tengo unas manos nuevas, un par de ojos verdes distintos que me sacan adelante. Una piel morena, unas manos fuertes, un rostro bonito. Sus ojos son verdes, sí, pero no se parecen nada a los de mi fantasma. No son del color de las esmeraldas, de un parque en julio. Son más oscuros, con un círculo color avellana alrededor de la pupila. Más grandes y cálidos. Más similares al musgo que a las hojas de un árbol a contraluz.
Ese cuerpecito menudo y cálido me envuelve, me protege. Me sostiene. Me lleva de la mano a través de la oscuridad.
Quiere conducirme hacia la luz, enseñarme un sitio en el que hasta yo pueda decirle adiós a él y a mis recuerdos...
...aunque hayan sido todo mi mundo.

Por último, aquí dejo un enlace para la canción "You and I" de la cantante Bommie Park, mi Idol. Considero que tanto la letra, como el vídeo y la propia canción son preciosos, y me han hecho llorar más de una vez. Por supuesto, añado subtítulos en español, que el coreano no es muy común 

miércoles, 29 de agosto de 2012

Una ojeada a mi mente.

Ay. Qué dolor de espalda.
Me removí, incómoda, en el sillón verde. Extraje la banquetita de abajo, dejé las manoletinas a un lado y puse los pies sobre ella. Mejor. Así podría rodearme las piernas con los brazos.
Papá, mamá y la abuela están hablando. Siempre le dan mil vueltas a los mismos temas. La familia. Quién dijo qué, quién ha hecho esto, quién ha causado lo otro. Luego, política. Parece que acaban de darse cuenta de que todo seguirá siendo una puta mierda, mientras que yo lo tengo claro desde que se declaró oficialmente la crisis económica.
Me toqué discretamente el bolsillo de los vaqueros. Los auriculares seguían colgados en mi cuello, y cuando subí el volumen, me llegó nítidamente la música. Nadie más podría oírla.
Me acomodé, con el libro entre las piernas, y fingí que leía. En realidad me lo sé de memoria, y estaba relativamente aburrida. Prefería casi dejarme arrastrar por mis pensamientos.
Lo primero que viene a mi cabeza, como solía ocurrir, es Dani. Mi antiguo amor. Se me escapó un suspiro. Me gustaba pensar que un día de verano, simplemente aparecería delante de mi puerta..., o me lo encontraría, despistado, en la calle, buscándome. Pero resulta que no. Me odia. Me guarda tanto rencor como yo a él en mis momentos de enfado. Después de lo que sufrí y me lo curré, y todo fue para nada...¿Qué es un minuto de felicidad al lado de cinco minutos de dolor? No, no lo quiero. No quiero eso para mí.
Luego mi mente vaga por los recientes acontecimientos. Ézhor...Gyu...Ed. Está bien que sea capaz de mirar un poquito hacia adelante.
Pero...
Estoy aterrorizada. Para qué decir que no.
De cualquier modo yo no podía optar por la opción fácil. Ézhor, que me busca, es bueno conmigo y no me es indiferente. Y nos conocemos en persona.
No. Precisamente el ex novio de mi mejor amiga, que vive en una isla.
Te has lucido, Cristina.
Suspiré, pasando la página. Mi hermano me miró una milésima de segundo y se sentó en el banquito verde. Yo comencé a acariciarle el pelo distraídamente, rascando, como a él le gusta. Con la sien apoyada en la pared de yeso pesado del hospital. La sombra trepaba por las baldosas, ganándole terreno a la luz.
Me estremecí. La oscuridad  comenzaba a subir por la cama blanca. Mordía los prominentes huesos de mi madre, que con su palidez cerosa, ya respiraba con dificultad. La fiebre le subía a horas irregulares.
Yo temo a las sombras. Significa que mi abuela se pondrá nerviosa. Querrá irse. Y yo no veré más a mamá hasta mañana por la tarde. Volveré a casa con mi padre y mi hermano. Todo estará apagado...vacío..., en cierto modo, muy frío...Cenaremos algo rápido y me quedaré sola en el salón, escuchando canciones tristes y autocompadeciéndome. Es lo único que sé hacer.
Anoche no pude hablar casi nada con Gyu. Le extraño, pero es una sensación rara, como si solo le echase de menos a medias. Una parte de mí. Bommie, no yo, es la que le echa de menos. Por culpa del Tuenti Rol soy más feliz, sí, pero tampoco soy capaz de despegarme de la pantalla cinco minutos. Mis Gyuhyuns. Mis Jessicas. Mi sooyoung. Mi Sungmin. Mis DongHaes...Y...mi Chunji...
Respiré hondo. En realidad tenía muchas ganas de esas vacaciones. Falta solo una semana para mi cumpleaños. Es como si una barrera invisible separase los catorce de los quince, y a éstos de los dieciséis años. Con catorce eres un niño. Pero con quince, una mujercita. Lo sé, lo he comprobado.
Echo de menos a mis amigos. Me he perdido un cumpleaños y un par de quedadas, y otras tantas que voy a saltarme mientras esté de vacaciones. Hace mucho que no ensayo el baile de Diciembre y todavía no lo he practicado con el vestido, y mucho menos ESOS zapatos. Encima vamos a cantar nosotros mismos. Las voces de los cantantes serán nuestro apoyo y no al revés. En Coreano. ¿Me meto en todos los charcos habidos y por haber? Mejor lo dejo como una pregunta retórica.
Mis ojos peinaron una línea "...El silencio no es entorno natural para las historias..." y quedaron atrapados en la lectura durante unos minutos más.
Unos golpecitos en mi hombro.
Levanté la mirada, aturdida, con esa pregunta en el semblante. "¿Ya?" Y papá asintió. Me puse en pie, y me crujieron todas las articulaciones. El aire acondicionado estaba fuerte y me daba directamente. La piel estaba pálida, como siempre, y muy fría. Los pies, el hombro al descubierto, el pecho, los brazos, la cara... Me estiré, y mi hermano me hizo cosquillas en la barriguita.
-...Bueno, pues nos vamos a ir ya.-estaba diciendo mi abuela.
Bufé, contemplando la posición del sol sobre el azul deslavado del cielo. Deberían ser las nueve. Metí mi libro en el bolso negro y bajé la música de nuevo. Aquí no ha pasado nada.
Luego me incliné sobre mi madre y la envolví en un abrazo suave. Sentí el trabajoso vaivén de sus costillas y besé inclansablemente sus chupadas mejillas, devolviéndole a aquellos ojos negros una mirada que quería expresar lo mucho que la echaba de menos cada segundo. No me permití emocionarme. No me permití una sola lágrima. Nadie había seguido allí la línea de mis pensamientos, no entenderían por qué de buenas a primeras me echo a llorar.
Cabe la opción de que se riesen. "Tú lloras por todo" me los imagino diciendo.
Sí. ¿Y?
Pero ella estaba peor. Cansada, dolorida, al límite. Yo debía ser fuerte y darle ánimos, como me dijeron el día de la operación. Hemos pasado por muchas, y peores. ¿Eso quita que me duela? Fue un día tenso. Feliz cumpleaños, papá. Nuestra broma sarcástica privada. Dieciséis de agosto. Justo mi aniversario, ahora que lo pienso. Un día maldito.
Salí de la helada habitación. Por supuesto, no iba a quejarme de frío. Lo prefiero mil veces. Llamé al ascensor y los cuatro bajamos al aparcamiento del mortuorio. Qué mal rollete.
Mi abuela eligió ir con mi hermano. Eso estaba bien. Mi padre ponía la radio y hablaba poco.
Ya en el vehículo, abrimos las ventanillas. Mi padre aceleró, y las fuertes rachas de viento se pelearon por llevarse mi cabello en todas direcciones.
Yo estudiaba la línea anaranjada del horizonte, que comenzaba a diluirse en aquel azul acuoso propio del primer anochecer. Observé detenidamente mi reflejo en el retrovisor, tratando de ser objetiva. ¿Era una chica fea? Mis ojos no son grandes ni pequeños. Son castaños, cambian de color con la luz, como todos los ojos. Tengo las pestañas largas y una forma bonita. Mi nariz no es grande, ni tiene una curva fea. No tengo mucho pómulo, ni la cara plana. Es redondita. Mis labios son finos, mi boca pequeña, mis cejas bonitas. Tampoco tengo una frente muy grande. Mi cabello es liso en la raíz, se va ondulando hasta el final, donde se riza en grandes tirabuzones con las puntas rubias, en gran medida gracias a un antiguo tinte. ¿Soy una chica fea? Alta para mi edad. De constitución fuerte. Manos estilizadas, tobillos finos, poca cadera y mucha cintura. Buen culo, según mi hermano, cuerpo proporcionado. ¿Y mi carácter? Soy extraña hasta para ser mujer. Caprichosa, sí. Un poco malhumorada. Pero también soy sociable y tenaz. ¿Qué falló? Suspiré. Es algo que nunca llegaría a entender. ¿Por qué le echaré tanto de menos? De nuevo, una confusión total. Se me forma un nudo de angustia en el pecho cuando me acuerdo de él, aunque lo asocie con una extraña irritación. Rabia. Como si no me cayese bien. Pero yo estaba enamorada de él, ¿verdad?
"Sí, pero ya no" Dice una vocecilla maliciosa en mi cabeza. Y otro rostro, ojo par de ojos verdes bien distintos a su mirada esmeralda, unos más cálidos y bonitos, interfieren con mis pensamientos...

lunes, 20 de agosto de 2012

21 Days without writting.

t have past 21 days without updating my blog. I'll be writting this in english because I need to say it but I prefer to do this in relative secret. I feel so fuc**** stupid, because a lot of reasons. After creating again my Tuenti Rol, I have felt more alive, happiest, better, stronger and more optimist. Is it bad? Yeeeeeeeees. I continue putting my feelings and emotions inside those social networks. They will hurt me in time. You'll see it. I am sure because...I have fell in love again. In love with the ex-boyfriend of my best friend. Am I horrible? yeeeeeees. Easy. I have left back a rotten relationship from a year and a half. SHIT. But I'm not sure yet. My user is obsessed again with Korean music. I started again with 2NE1...later, SNSD, f(x)...and boy-bands, as they call it. I started with B2AST, and after days crying because of sad lyrics, I continued dancing rythms from SHINee. I know everything about the band and his singers and dancers, specially my favourites, like Min-ho and Taemin, who are the cutest. Yeah, really, I feel better...Until I "discovered" again Super Junior. At the same time I was dancing their last single "Sexy, free and single", I was talking all the time with the user of my best friend's ex boyfriend. He gave me his real social network, and now we talk all day and all night as Eddie with Cris and Gyu with Bom, my idol. I did a montage with our photos, he commented in my entries, me talked and talked....hours and hours smiling at the computer...He's serious with his things, just an adult a bit fanciful. The problem is that I have to get an airplane or a ship to see him, cause' he lives in Canary Islands. And, obviously, this is bad because my best friend still loves him. This smell like shit. This is the beginning and just is hurting me, is difficult and I'm so scared of the love and of the world. Will I erase him? Probably. I can't keep crying no more. I have lots of problems yet, thank you. It's dangerous cause' I'm convinced my hatred of him.

However...I'm so obsesed with his idol, Kyuhyun. I don't really think that he's awesome and sexy. I don't mind. But, don't know why...I have a folder called "My obssesion~Not JS, just Kyuhyun", a folder which I see every day, photos of him as my wallpapers, in my computer and mobile phone...I'm so insane...

miércoles, 1 de agosto de 2012

Qué de tiempo :)

(Junio de 2011)

Me quedé dormida en cuestión de segundos, y soñé:
Aquella ciudad me era desconocida. Era muy bella, sin duda, pero yo estaba allí por una razón en concreto. Contemplé los altos edificios de colores mustios, el cielo celeste e infinito, el sol brillar sobre mi cabeza. Los jóvenes se congregaban en bancos, en la playa, o en torno a una fuente. Aquello no era tan distinto de Sevilla...
En pleno invierno, yo llevaba una chaqueta negra, bastante cómoda, mi palestino morado, mis pitilos desgastados y rotos y mis converses. Introduje la mano izquierda en el bolsillo de la chaqueta, y con la derecha desbloqueé mi teléfono móvil, un Samsung SH-380V mientras me encaminaba a la playa. Encontré el número que buscaba con facilidad, el único que permanecía en Favoritos. Me llevé el teléfono a la oreja y aguardé.
-¿Diga?-contestó una voz amodorrada
-Hmmmm...¿No me digas que te he despertado?
No pude contener la risa, y una carcajada de alzó, exuberante, al cielo.
-¿Qué va!-dijo. Se había espabilado ya, ¿Me habría reconocido?-¿Qué te pasa? ¿Dónde estás?
-No tengo mucho tiempo. No quiero dar detalles. Estaré en la playa, esperándote. Ciao.
-¡¡Espera!!- interrumpió-¿Cómo sabré...?
-No te preocupes, me encontrarás
Reí de nuevo, imprimiendo en mi voz un gracioso tono premonitorio, y guardé el móvil.
Me quité las converses sin apartar la vista de la playa. La arena era increíblemente blanca, y el mar encrespado estaba, a todas luces, muy frío. Paseé por la orilla, siendo acariciada por el agua, cristalina como ninguna. Dejé atrás, en un punto al azar, mis All Star y mi chaqueta. Ahora sólo me quedaba esperar a que él barriera con sus ojos verdes la orilla y me encontrara, con mi camiseta A7X. Sólo entonces me dio por preocuparme de mi aspecto. Qué estúpido, como si no me hubiera visto antes...en fotos, claro. Me palpé la trenza, y retortijón de nervios me arrancó una mueca. Le di la espalda a la playa, contemplando el océano, allá donde parecía unirse con el cielo. Respiré hondo y canté una melodía al azar, la primera que vino a mi mente. Dulce locura.
Con los ojos cerrados, sentí un par de brazos apretándome contra un cuerpo cálido y esbelto. Una voz más grave continuó la canción conmigo, y pude adivinar una sonrisa en su tono.
Sentí su barbilla en mi hombro.
-Pensé que no ibas a aparecer nunca-musité
-Nunca es mucho tiempo-repuso, sin perder el gesto.
Le di la espalda a la playa para mirar a los ojos más bonitos que había visto en mi vida. Mi corazón imitaba un redoble de tambor, ponía un ritmo para nosotros dos.
Llevó su mano a mi mejilla. Qué cálido..
-Te quiero-le dije.
Me puse de puntillas, y entonces...
...Entonces me desperté. Y me cagué en los muertos del despertador, eso también

First.

Recuerdo maravillosamente la primera vez que hablé contigo. Fue un no parar. Creo que cayó en Martes. Un 17 de Mayo, y parece que fue hace años...
A la hora del recreo, mi estómago no era más que una masa irregular de intestinos y órganos. No habría podido desayunar ni de haber querido. El primer recreo, entre Naturales y Tecnología.
Recuerdo que llevaba el pelo recogido en una trenza, cuyo extremo apenas rozaba mi nuca. Los rizos sueltos, que eran muchos, me hacían cosquillas en la cara. Y que lucía mis pantalones piratas, con una camiseta de media manga negra, decorada con guitarras, notas musicales y detalles en negro y rojo. Y unas manoletinas con un lazo en la punta. Puedo recordar hasta el color de mi gomilla del pelo.
También recuerdo que me alejé de mi grupo so pretexto de conectar mi reproductor al altavoz pequeño y rojo. Incluso puedo vislumbrar la canción en la pantallita celeste. Afterlife. Me había enamorado de ella.
-Al final, ¿Quedamos el viernes o no?
-No te enteras, coño. EL SÁ-BA-DO
-Aaah, perdón.
-Nos haremos muchas fotos, ¿no?
-Claro, pero tienes que subirlas, Naya, que nos conocemos.
-¡Si al final las subo!
-¡Dos meses tarde! Todavía faltan algunas del País Vasco
Las voces se desvanecieron en un murmullo de fondo. Yo, sentada sobre el descascarillado poyete naranja, a la sombra de la morera, luchaba mi propia batalla. ¿Y si está dormido? Solo son las diez. A lo mejor está ocupado. O Puede que no me lo coja. Y si lo hace, ¿Qué le digo?
El corazón me tamborileaba en el pecho al ritmo de la música. No tuve la necesidad de buscar su número en la agenda. Aunque no le había llamado, todo por la estúpida indecisión, me lo sabía de memoria.
Dos timbrazos.
-¿...Diga?
Al otro lado, me contestó la voz más dulce y maravillosa que he oído nunca. Una voz un tanto desorientada.
Eso me dio valentía, como si tuviera una pequeña ventaja.
-Hola, canijo. ¿Te he despertado?

Pesadillas estúpidas

Cuando abro los ojos, no sé dónde me encuentro. Poco antes me hallaba bajo el sol del medio día. Me incorporo, sacudiéndome las sábanas. Estoy sudando. Siempre me ha sentado mal el verano. La culpa es de él, de mi mejor amigo, siempre empeñado en oficiar de Celestina, metiéndome ideas extrañas en la cabeza.
El aire acondicionado está apagado, y la ventana cerrada. Alguien quiere que me ase viva, pienso. Salgo de la habitación, descalza, derechita al cuarto de baño. Un vistazo en el espejo me basta para darme cuenta de lo espantosa que estoy. Piel clara y cetrina. Rostro sudoso. Los rizos, enredados, apelmazados, encrespados. Dado el húmedo calor perenne, siempre duermo en verano con una camiseta ancha de manga corta y mi ropa interior. Qué más da, nunca hay visita. Así que me lavo los dientes, minuciosamente, y cuando mi aliento al fin huele a menta, ya me siento un poco mejor. Me deslizo por las baldosas y bajo la escalera rosa de la cocina.
Horror.
No, eso es poco.
Porque mi hermana, elegante y risueña como siempre, está charlando con un muchacho alto y fibroso de ojos verde esmeralda. Sobre la mesa hay una coca-cola.
Demasiado tarde para retroceder. Me ha visto.
Salgo flechada escaleras arriba, huyo a la asfixiante seguridad de mi habitación.
La puerta se abre tras de mí. Ojalá tuviera mi plancha del pelo a mano. O un pijama elegante, bonito, o como poco sexy. Pero no.
Entra detrás de mí. Me arden las orejas.
Le miro fijamente desde detrás de mi almohada.
Ninguno puede contener la risa mucho rato. Hay demasiada emoción contenida en el reencuentro. Hasta que n.os damos cuenta de un pequeño...ehm...dato...
Estamos en mi habitación
Solos.
¿De verdad es una pesadilla? Me río de mi subconsciente. Maldigo las ideas extrañas de mi amigo.
¿De verdad podría considerarse, por un momento, mal sueño?
Lo dejo al criterio del lector.

Heathcliff and me.

Siempre me he preguntado por qué no lograba odiar a Heathcliff. Me era extrañamente simpático, a pesar de ser el malo, a pesar de hacer daño, de ser un tirano, y el antagonista de la obra.
Sentí lástima por él, e incluso lloré sus penas. Ignorando sus maldades. En parte debido a que, en toda la novela, sólo me caen bien Nelly, Lookwood y el mismo Heathcliff. Catherine, Edgar, Cathy, Hareton...Puedes dorarme sus bondades y penurias. No alcanzaré a sentir ni compasión por ellos.
Ahora sé que es, en parte, porque también él perdió a la persona sin la cuál no podía vivir. Al igual que yo.
Rememoro su retahíla ante la tumba de Catherine Earnshaw.
<<-¿Por qué me mintió hasta el final?-prosiguió-¿Dónde se encuentra? Aquí no...en el cielo tampoco...y no se ha extinguido...Entonces, ¿Dónde está? ¡Ah!, dijiste que no le importaba nada de mis sentimientos. Pues yo voy a rezar una plegaria hasta que la lengua se me seque: ¡Catherine Earnshaw, ojalá no encuentres descanso mientras yo siga con vida! Dijiste que yo te había matado, ¡pues entonces persígueme! Las víctimas persiguen a sus asesinos. Yo creo que hay fantasmas que vagan por el mundo, lo sé. Quédate siempre conmigo, bajo la forma que quieras, ¡vuélveme loco! Pero lo único que no puedes hacer es dejarme solo en este abismo donde no soy capaz de encontrarme. ¡Oh, Dios mío, es inconcebible! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!>>
En este preciso instante, puedo entender su desesperación.
En este otro pasaje, Heathcliff hablaba del amor que sentía Catherine por Edgar Linton.
<Y ahí es donde se puede ver la diferencia entre nuestros sentimientos: Si él estuviera en mi lugar y yo en el suyo, aunque le aborreciera con un odio que convirtiera mi vida en hiel, nunca habría levantado una mano contra él. ¡Puedes poner esa cara de incredulidad si quieres! Yo nunca podría haberle apartado de ella, al menos mientras ella lo hubiera querido así. Mas en el momento en que perdiera su estima, ¡Le habría arrancado el corazón y habría bebido su sangre! Sin embargo, hasta entonces, y si no me crees es que no me conoces, hasta entonces, ¡Preferiría morir con certeza antes de tocarle un solo pelo de la cabeza!>>
Y este otro, tras la muerte de su amor, cita el parentesco del sobrino de Catherine con la difunta.
<<Hace cinco minutos, Hareton Earnshaw me ha parecido una personificación de mi juventud y no un ser humano. Me provocaba una mezcla tan variada de sensaciones que me hubiera costado dirigirme a él de una forma racional. En primer lugar, su pasmoso parecido con Cathy me lo acercaba a ella de forma sobrecogedora. Pero esto, que podría parecerte el detalle más importante para acaparar mi imaginación, es realmente el más nimio, porque, ¿existe alguna cosa que se acerque a mí y no me la recuerde? No puedo ni bajar la vista al suelo sin que sus rasgos se dibujen en las baldosas. En cada nube, cada árbol, colmando el aire nocturno y refulgiendo de día a rachas en cada objeto, me veo continuamente cercado por su imagen. Los rostros más triviales de hombres y mujeres y hasta mis propios rasgos se burlan de mí, ofreciéndome su parecido. El mundo entero es una atroz colección de testimonios acreditativos de que vivió y de que ya la he perdido. Pues bien, la visión de Hareton acaba de ser como el fantasma de mi amor inmortal, de los esfuerzos salvajes que he hecho por llevar adelante mis derechos, mi degradación, mi orgullo, mi felicidad y mi angustia...>>
Cerré el tomo con algo de brusquedad. A pesar de que Cumbres Borrascosas siempre ha sido uno de mis libros preferidos, de hecho no ceso de releerlo, no son las palabras del bellaco de Heathcliff sino una bofetada para mis heridos sentimientos.
Pero yo no soy Heathcliff, y no tengo intención de consumirme hasta la muerte.

Eras muchas cosas, ¿sabes?

Pocas palabras podrían ilustrar ya lo mucho que significas para mí.
Eres la luz que disipa mis tinieblas, la luz de cada mañana. Mi estrella de día y mi sol de noche, tanto que me ciega. Luz, como la que destilan tus ojos verdes.
Eres la fuerza para dar un paso adelante, un salto en el vacío. La fuerza para sonreír. La fuerza interior para obligar al corazón a que siga latiendo.
Eres la promesa de la felicidad, de la lucha. La promesa que le hago al mundo de no rendirme, la promesa que te hago de permanecer aquí siempre, de quererte hasta que no me quede amor para nadie más. La promesa de que merece la pena seguir a tu lado.
Eres una huella en mi corazón, mi mente, mi piel y mis pertenencias.
Eres un nombre grabado en cada esquina de mi existencia
Eres el olvido de que existen más personas a parte de ti
Eres la ignorancia, porque no me interesa nadie que no seas tú.
Eres tiempo. El que llevamos juntos, el que nos queda por delante. Tiempo para pensar, sentir y amar.
Eres esperanza de seguir adelante, de amar y ser amado, esperanza de un mundo mejor, esperanza de crecer como persona
Eres música, para hacerme llorar y reír, para hipnotizarme con tu voz.
Eres sentimiento. Todos los nuevos, los que recuerdo y los que me quedan por experimentar a tu lado.
Eres el recuerdo de todos los instantes vividos, todos los momentos compartidos. Todas las palabras pronunciadas, acariciadas en mi mente.
Eres la sabiduría, la madurez, el poder aprender de lo que piensas, abrir los ojos y darse cuenta de tantas cosas...
Eres suerte. La suerte que tengo de haberte conocido, de haber formado parte de tu vida un solo segundo siquiera.
Eres, entre tantas otras cosas, la razón de mi existencia. Te quiero.

Todo podría haber sido tuyo.

Hice todo aquello que quisiste. Por eso es humillante. Cambié mi estilo, mi cabello, mi forma de ser, de vestir, de pensar y de sentirlo todo.
Era una chica elegante. Me convertí en una Heviata de las peores. Del rosa al negro. Del algodón a los pinchos. Comencé a escuchar la misma música que tú. Dejé crecer mi pelo, procuré tener el pelo liso y la cara maquillada en todas las fotos, por si las veías. Me hice la dura en todas las situaciones. Empecé a ser una borde con todo el mundo. Mi inclinación política podría bien ser la tuya. Todo lo que no estuviese relacionado contigo estaba de más. Te presté más atención que a mi familia, a mis estudios, a mis amigos. Te convertiste en mi obsesión, mi meta, mi motivo para seguir intentándolo una y otra vez.
Te ofrecí mi vida entera. El tiempo que no tenía. El corazón que ya no me pertenecía. Mi mente al completo. Mi lealtad incondicional.
Podríamos habernos visto muchos fines de semana. Podría haberte enseñado los lugares más bonitos que conozco, los pasatiempos más divertidos, la música más bella, los libros más interesantes. Podríamos haber reído juntos, haber jugado mucho. Te habría presentado a mis padres, habríamos comido juntos, algo que te gustase mucho. Podríamos habernos escapado. Te habría seguido al fin del mundo si me lo hubieras pedido. Mi cuerpo, mi mente, mi corazón y mi voluntad, esclavos de tus caprichos. Por eso es humillante. Habría ido a verte aunque no me quedase un solo céntimo. Habría bromeado con tus amigos, conocido tus sitios favoritos.
Incluso podrías haber sido feliz conmigo también. 
¿Qué faltó? Yo solo quería un poquito de amor. ¿Qué falló? Yo solo pedía un trocito de tu corazón...

Praia.

Es así como me gusta la playa de verdad. No en un medio día de verano, con niños llorando y tirando arena, cuando el agua está demasiado fría para bañarse y fuera hace tanto calor que podrías licuarte. Me encanta la playa tal y como está ahora.
El sol comienza su rápido descenso hacia el otro lado del planeta. El cielo es una perfecta cromatografía de tonos rojizos muy fuertes. El invierno se lleva todos los colores, salvo los de los atardeceres.
nunca había estado en esta playa en particular. Oh, bueno, sí en mis sueños, en mi imaginación, pero resulta muy distinta. El agua es, literalmente, de color negro. No es azul, tampoco verdosa. Las olas grisáceas baten furiosamente contra la orilla. Es lo único que se oye, eso y el viento. El viento se lleva cualquier otro sonido, se lleva mi pelo entre ráfagas furiosas, lo hace parecer débil como un trozo de papel. Agita la ropa contra mi cuerpo. Encrespa las aguas a su antojo. Pero nunca levanta esta arena, que al igual que el mar. parece más oscura de lo que resultaría normal. A mi lado, unos elevados acantilados proyectan alargadas sombras sobre la media luna de la playa. Todo es demasiado oscuro.
¿Por qué estoy aquí? El paisaje es bello. Encaja con mi carácter, mi estado de ánimo perenne. Y, sin embargo, aunque estoy a gusto con el silencio y la oscuridad, quisiera estar en mi casa con mis seres queridos, viendo una peli bajo una mantita suave.
Lo que me ha traído aquí es un asunto personal.
Quiero tocar el agua mientras le espero, pero temo que mis dedos acaben negros como el océano. El agua parece fría y peligrosa. Soy resistente al frío, no me quejo, y desde luego me gusta mil veces más que el calor. Y, sin embargo, hasta yo puedo percibirlo y sufrirlo.
La arena, gruesa, se me clava en la piel incluso a través de la tela vaquera de mis pantalones. Son azules, sencillos, sin rasgar ni romper por el momento. Estrechos, como a mí me gustan. Mis converses negras, que entierro en la arena una y otra vez, necesitan ser renovadas. No son marca All Star, no son de bota, pero la imitación es resistente y buena. Muy buena. En el lateral, en pequeño, tiene escrito, con mi boli negro, SU2+G. Sugus. Mis chicas. Es lo único que he escrito en mis zapatos, pero todas lo llevamos en alguna prenda de ropa. Se están comenzando a romper por los lados, la suela se va a despegar también. Están muy gastadas, pero creo que eso les da un toque un poco personal.
Por lo demás, llevo una camiseta muy ancha de manga corta. Negra, como siempre, de un grupo de música. Sobre ella, una chaqueta de piel. De piel de verdad. Es preciosa, tiene hebillas que la cruzan por la espalda, muchas cremalleras, y es muy calentita. Podría llevar pulseras de pinchos, mi collar de tachuelas redondas, un palestino, algo. Pero no, porque así se está más cómodo.
Antes llevaba el pelo suelto y ondulado de mis trenzas. El flequillo está muy largo, me tapa los ojos continuamente. Pero el viento, socarrón, lo ha dejado hecho un almiar. Ya no está suave y brillante, y parece impregnado de polvillo fino y blanquecino, como albero.
Suena mi móvil.
-¿Hmmm?
-Estoy llegando a la playa.-su voz suena un poco estresada.
-No hay prisa.
-¿Cómo sabré quién eres?
-¿Bromeas? no hay nadie más.
-Claro, con este tiempo...
-Es como más me gusta la playa.-noto que estoy a la defensiva.
-Lo sé.-responde, conciliador.
Se hace un silencio.
-Hasta ahora, Dani.-susurro.
Dejo el decrépito aparato en mi bolsillo. La mayoría de las veces, no llego ni a oírlo sonar. Tampoco vibra mucho.
Así es como he soñado durante lo que me parece una eternidad que iba a ser nuestro encuentro. Bueno, más o menos. En mi cabeza, aunque no haga calor, la playa se muestra reluciente, el sol brilla, huele a salitre. Ambos estamos nerviosos y felices. Nada es tenso. El cuelo no está nublado.
No sé qué va a pasar cuando le vea. Ha sido demasiado tiempo sin él.
Apenas tengo tiempo de hilvanar un par de ideas coherentes más, pues acabo de oír unos pasos crujiendo sobre la arena gris.
-Hola.