domingo, 31 de mayo de 2020

A la melancolía de los lunes por la mañana.

... O de la noche, más bien.

No hay trabajo, para no variar. El resplandor azulado de la pantalla de Salesforce me hace daño en los ojos cansados, necesitados de la tenue iluminación de las bombillas amarillentas de bajo consumo. O de una siestecilla, por qué no.
Sería bonito cerrar los ojos un momento y descansar. A lo mejor podría suceder un milagro, y la próxima vez que los abra tendré el cuerpo descansado, arropado por el abrazo del hombre al que amo, por el frescor del final de una noche de verano azotado por un ventilador de dimensiones industriales. Sí..., Incluso aunque me despierte, no abriré los ojos de inmediato. Me quedaré disfrutando del silencio de la vivienda dormida, de los leves crujidos de la madera en distensión, de la respiración calmada que me mece desde atrás como el susurro del océano desde un balcón insomne, en las noches de verano de mis recuerdos más felices. Quizá me deje llevar a la deriva de nuevo, navegando entre esos inocentes recuerdos gastados y borrosos y duerma un poco más. Quizá, con la energía del buen descanso, me restriegue un poco contra el creciente bulto duro que presiona contra mis nalgas, a la gresca. O no... a lo mejor me quedo admirando la belleza armónica de sus rasgos, de ese atractivo rostro relajado por la feliz inconsciencia, preguntándome qué sueña.
Puede que, con él, las posibilidades sean infinitas...

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