Me parece fascinante que el mundo pueda girar a una velocidad perceptible para el ojo humano. Quizá suene absurdo, pero me gusta sentarme sobre el tejado, en el semi muro de ls terraza, a las 7:10 de la mañana y contemplar cómo se aclara el cielo minuto a minuto, como halos y franjas luminosas colorean las nubes de distintos tonos de azul, cómo el mundo se vuelve menos frío e inicia la carrera hacia un nuevo día.
Se me ha ocurrido que es una pena que los jirones de nube que dejó la tormenta de ayer oscurezcan un panorama tan bonito. Últimamente, hasta puedo ver estrellas de nuevo. Luego, pensándolo mejor, se me ha ocurrido que es una buena metáfora de la vida: qué lástima que dos jirones de nubes oscuras nos hagan perder el foco, desconcentrándonos de la belleza de lo que sucede detrás, de los comienzos, del calor, de la luz.
El cielo..., El mar... Me pasaría el día contemplando los panoramas que pueden ofrecer. Soñando con, de algún modo, unirme a ellos.
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