Pensaba que la primavera iba a curar mi pena, pero ni el sol consigue iluminar el día a día, que transcurre inevitablemente lento, denso, interminable. Y todos los días son iguales, igual de tristes. Es una pena que me enfada, porque no la puedo entender. No deviene de las circunstancias, porque, de hecho, todo va bien. Todo lo bien que puede ir. Y me enfadan el insomnio y las pesadillas, y llorar a todas horas, porque si pude sonreír cuando todo se estaba desmoronando, ¿qué está mal conmigo ahora?
Esto se está alargando demasiado. Pensé que la voluntad y el sol podrían ayudarme, pero este invierno no termina nunca...
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