domingo, 31 de mayo de 2020

A la melancolía de los lunes por la mañana.

... O de la noche, más bien.

No hay trabajo, para no variar. El resplandor azulado de la pantalla de Salesforce me hace daño en los ojos cansados, necesitados de la tenue iluminación de las bombillas amarillentas de bajo consumo. O de una siestecilla, por qué no.
Sería bonito cerrar los ojos un momento y descansar. A lo mejor podría suceder un milagro, y la próxima vez que los abra tendré el cuerpo descansado, arropado por el abrazo del hombre al que amo, por el frescor del final de una noche de verano azotado por un ventilador de dimensiones industriales. Sí..., Incluso aunque me despierte, no abriré los ojos de inmediato. Me quedaré disfrutando del silencio de la vivienda dormida, de los leves crujidos de la madera en distensión, de la respiración calmada que me mece desde atrás como el susurro del océano desde un balcón insomne, en las noches de verano de mis recuerdos más felices. Quizá me deje llevar a la deriva de nuevo, navegando entre esos inocentes recuerdos gastados y borrosos y duerma un poco más. Quizá, con la energía del buen descanso, me restriegue un poco contra el creciente bulto duro que presiona contra mis nalgas, a la gresca. O no... a lo mejor me quedo admirando la belleza armónica de sus rasgos, de ese atractivo rostro relajado por la feliz inconsciencia, preguntándome qué sueña.
Puede que, con él, las posibilidades sean infinitas...

miércoles, 27 de mayo de 2020

Ours.

The night is crazy beautiful, isn't it?
Cold and calm. Filled with the smell of summer. 
The sky is deep, full of stars.
It would have been nice to sit over some terrible coffee on the terrace on the fifth floor and chat again. It would have been nice to joke for a bit and hold hands, and regret the upcoming dawn. We would have kept it low not to break the peace, the magic emptiness of the sleeping city. Not to be heard by anyone..., but the other.

I wonder if you're thinking the same as I do.
I wonder if you are looking at the fading stars and remembering me too.
I wonder if you feel just as lonely.

lunes, 11 de mayo de 2020

La verdadera literatura erótica

Me llevó un momento darme cuenta de por qué había una sensación de déjà vu tratando de acaparar la atención desde el fondo de mi cabeza; pero es que todos los elementos estaban ahí, haciendo del oxígeno algo más complejo, más lleno, denso, irrespirable. No podía negar que estaba nerviosa, que ese momento me había producido cierta ansiedad durante varias semanas, y que mis ganas se sobreponían a todo lo anterior.
Dios, juraría que mi cabeza funcionaba todo lo rápido que puede ir el pensamiento humano. Me debatía entre síes y noes, me preguntaba si estaba preparada. Al fin y al cabo, había pasado mucho por mi cabeza - y mi corazón - durante el periodo de confinamiento y ya no me sentía la misma persona. Pero esa forma suya de besarme no dejaba lugar a dudas; entre todas las cosas que me decía, había un gran subtítulo que gritaba sexo, y yo me estaba dejando llevar por encima de las voces de mi cabeza y de mi corazón. En un gran esfuerzo, me aparté y le insinué que nos detuviéramos, al fin y al cabo, él estaba muy cansado. Sus pupilas se dilataron al mirarme, dejando un fino iris color caramelo, y yo me perdí en esa negrura.
- Para esto no estoy cansado - murmuró con voz ronca y una sonrisa procaz.
<< No pasa nada >> me dije. Ni que fuera la primera vez.
Pero así me sentía.


En la penumbra de mi dormitorio, los besos adquirieron un cariz menos ansioso pero más hambriento. Me decían muchas más cosas, algunas tan bonitas que acallaron mis dudas y mi deseo subliminal de esperar para todo aquello. Me desnudó con mimo y con alivio, como si me hubiera echado de menos; me acarició por debajo de la ropa interior y sentí que mis mejillas se incendiaban con vergüenza por mi propia excitación. No me reconocía en mis propias reacciones de adolescente pudorosa, pero así ocurrió y así lo cuento.
- Estás lista ya. - ronroneó. Me sorprendió darme cuenta de que sus palabras admitían una doble interpretación casi interrogativa, y respondí como si así fuera.
- Sí.
Sin más preliminar que éste, se tumbó sobre mi cuerpo en la postura más convencional que existe. Fue suave, pero aún así un pinchazo me hizo encogerme y una sensación de quemazón se extendió por mi pelvis. ¿Pero qué...? Me enfadó que mi cuerpo recibiera un momento tan ansiado con dolor, especialmente cuando ni yo soy virgen ni él tiene un mástil de medio metro; pero se balanceó en acometidas suaves, susurrándome que me calmara, que era él y solo él... hasta que por fin logré relajarme y me acostumbré a la sensación de tenerle dentro de nuevo. 
Me preguntaba en el fondo de mi cabeza hasta qué punto diferiría esta experiencia entre sus recuerdos y los míos, siendo yo tan propensa al trascendentalismo más kantiano. Sabía que yo lo viviría como una reescritura de mis primeros pinitos sexuales, considerando el componente emocional, nervioso y, también, ese dolor tan característico. Ahora bien, si me conoces, y creo que lo haces..., sabes las muchas veces que me he arrepentido (y me arrepentiré) de que eso no sea verdad. Las cientos de ocasiones en que mi cabeza, demasiado acostumbrada a leer y visionar fantasiosos dramas románticos, ha idealizado el cómo habría sido. Sin embargo, por desgracia, es difícil recrear cómo me habría sentido antes, durante, después. Estoy contenta, creo, porque me parece que hoy he tenido una aproximación bastante certera. Fue breve, cuidadoso y dulce, al menos hasta que mi mundo tembló y se deshizo en un orgasmo devastador. Entonces pasamos a otros tercios un poco menos amables..., e igualmente deliciosos.

domingo, 3 de mayo de 2020

Accomplishment.

"Es difícil romantizar ciertas cosas, da igual lo buen orador o escritor que uno sea." Fue mi reflexión de ayer mientras volvía a casa. Corriendo a buen ritmo, acusando todos los dolores de mi cuerpo menstrual y desentrenado, pensé que difícilmente podría entenderse como atractivo ninguno de los aspectos físicos o espirituales de aquella carrera que, ojo, soy muy consciente de haber elegido y realizado deliberadamente. En algún lugar de mi subconsciente recordaba que me gustaba correr, pero no sabía por qué. Luego pensé que a lo mejor solo me gustaba correr en cinta, que dicen que es más fácil y cómodo que en terreno real, con sus fiestas y desniveles; en la fresca comodidad de mi gimnasio, con agua y una toalla para el sudor. A lo mejor era demasiado sibarita para el calor y los mosquitos, me dije.

A punto estaba de relajar el ritmo hasta un paso de marcha rápida cuando, enfilando una calle, una de esas canciones perfectas para el momento perfecto me golpeó los tímpanos de pronto y, sin darme cuenta, aceleré de nuevo. El dolor en mis pulmones y mis piernas se convirtió en ardor y potencial concentrado y me llené de un subidón tremendo de endorfinas... O adrenalina, no sé. En ese momento, con el viento en la cara y el día muriendo a mis espaldas, me pareció una sensación muy adictiva.
Terminé corriendo en un sprint brutal todo lo rápido que me permitieron las piernas, dejando atrás un montón de días de inseguridades, mi autopercepción física y emocional de mierda, las dudas, la añoranza y la pena por Helio, la sensación de culpabilidad constante, la necesidad de martirizar y castigar mi cuerpo en un vértice de hambre, la soledad, el aburrimiento, el insomnio y la desgana. Todo, todo, se me olvidó por un momento y solamente quedó "Go", de Maduk, tan fuerte como fuera posible en mis oídos, y la libertad, la euforia, la satisfacción.
Sentí que, por fin, había perdonado a una parte de mí. Ya es un paso

viernes, 1 de mayo de 2020

Ever lasting fears.

Tengo un recuerdo del que nunca me he atrevido a hablar. Un recuerdo que me atormentaba, porque no estoy muy segura de hasta qué punto era verdad.
Durante años, todo lo asociaba con ese momento. Me preguntaba continuamente si algo, algún día, volvería a estar a la altura de las emociones que aquellas dos palabras, aquella noche de verano, provocaron en mí. Me aterraba no volver a sentirlo, me aterraba haberme quedado vacía, me aterraba la posibilidad de haberlo idealizado durante tanto tiempo que, después de todo, solo estuviera buscando un imposible.
Después de lo que parece una eternidad, ya casi no lo recuerdo; pero, lo que es más importante, ya no lo anhelo. No lo estoy buscando. No sé si lo que tengo ahora se parece o no, no sé si es mayor, o mejor, ni me interesa. Es único, me llena, es mío. Me hace feliz. Es bonito, es sano. No tengo que vivir comparando ni recreando nada.
Y eso no lo hace menos real, ni menos sincero, ni menos auténtico.