¿Sabes? No sé muy bien cómo definir esto, pero siento que hay momentos contigo que me gustaría poder embotellar para probarlos de nuevo de vez en cuando. Como cuando guardo un mensaje bonito y quiero releer conversaciones enteras, ojalá pudiera guardar ciertas sensaciones para volverlas a visitar.
Si pudiera, volvería a vivir nuestro primer beso en un bucle eterno. También la primera vez que te vi correrte entre mis muslos, mojado de mí y rebosando timidez por los poros. Reviviría cada beso, cada caricia, cada una de las miradas tiernas que se te escapan a veces, acompañadas de medias sonrisas. Recordaría la melancolía triste y bonita de aquella tarde de agosto en que hicimos el amor por última vez antes de que yo me marchara y también quisiera volver a temblar en ese beso desesperado cuando volvimos a vernos, casi seis meses más tarde. Aún siento la misma epifanía, sé que no puedo vivir sin ti..., O, mejor dicho, puedo, pero renunciando a ser feliz.
Recuerdo una vez que me besaste y dijiste que sabía a mar. Recuerdo muchas, muchas veces en que me has dicho que soy preciosa y que me amas. Y que me hablaras de lo bonitas que eran las vistas, pero mirándome a mí y no al horizonte. Quiero vivir de nuevo los mimitos para dormir, todas las noches de mi vida. Quiero hacerte regalos y verte vibrar de emoción y nervios y atesorar recuerdos que aún no han tenido lugar pero sé que tendremos. Quiero revivir cada minuto de nuestro viaje a Londres, y las Focacias y los paseos de Toulouse. Y también los recuerdos de la última Navidad, cuando me sanaste. Porque tú le das una luz nueva y preciosa incluso a los recuerdos que tienen algo de tristes.
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