jueves, 24 de septiembre de 2015

Now, what?

Se va, y la soledad se ceba con mi viciada alma.
A veces siento que ya no aguanto más melodrama, ya no soporto que me echen más cosas en cara, ni tanta lagrimita, ni tanta limpieza, ni determinadas actitudes. Creo que no soportaré el vacío, y que perderé a uno de mis guardianes. Y quiero vivir determinados momentos sin que nadie me riña por algo en particular cuando llegue a casa, y más teniendo en cuenta que soy una hija jodidamente ejemplar. ¡Solo quiero vivir! vivir como una persona de mi edad cinco minutos... (más no, que me aburro)
Pero, ¿qué haría yo sin las caricias de mi padre después de cenar, sin los huesitos y las series de policía? ¿qué haría yo sin la cabeza de mi hermano sobre mi muslo, o en el hueco bajo mi cuello? en parte siento a veces que las actitudes a las que me refiero son muy concretas y que, en ocasiones, el afecto reemplaza a la obligación moral, y es en ese momento cuando la culpa me atenaza la garganta con su nudo de lágrimas y de recuerdos ñoños de un antes que ya nunca volverán.

Qué derrotista yo, meh.

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