miércoles, 31 de diciembre de 2014

¿Ñam?

Me siento extraña acerca de la cena de fin de año de esta noche. ¿Porque somos pocos? No lo sé.
No quiero que se me malinterprete: estoy contenta de que la farsa se haya acabado. Odiaba emperifollarme y sentarme a la mesa con la familia de mi madre, lo más despreciable de la humanidad. Me sentía desplazada entre desconocidos que sonreían de mentira y abusaban de mi abuela a placer, saqueando su despensa, estropeando su casa y sus muebles.
Los odiaba, y los odio...
Sin embargo, la cena de fin de año de esta ocasión transcurre en mi casa, sin mi hermana (que se va al campo) y sin mi abuela (que ha sido raptada por el enemigo y sus celos). Somos cuatro, mamá, papá, mi hermano y yo...
Quizá porque estamos en la íntima tranquilidad hogareña, casi esperaba que todo fuera un poco más descuidado, más relajado. El entusiasmo y la dedicación de mi padre son contagiosos...
No sé qué esperar o por qué siento un ligero escepticismo ante esta noche. Espero que solo sea inquietud por lo desconocido.
El 2014 por fin acaba...

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