He crecido, y a fuerza de leer y de estudiar tengo más conocimientos que con mis doce años de entonces..., aunque siga sin ser gran cosa.
Sea como fuere, creo que estoy comprendiendo la obra por primera vez. No la comprendí en la primera lectura, tampoco durante las distintas representaciones teatrales que he visto; y ahora sus páginas se abren a mi escasa madurez para aprender sobre la injusticia, la revolución y el hambre.
Puedo entender que lo critiquen, que mis compañeros piensen que es aburrido y malo. No comprenden (ni yo tampoco) multitud de referencias, el trasfondo político y social o los simbolismos. Ni siquiera nos damos cuenta de hasta qué punto es una obra complicada.
Y, sin embargo, al menos yo estoy disfrutando. Leo despacio y concentrada, no antes de irme a dormir, tampoco durante las comidas (eludiendo la televisión), ni en el metro. Nada de gente a mi alrededor. Nada de música. Solo concentración y tiempo infinito, sentada en los sillones bícromos del porche, oyendo la lluvia golpetear contra las cristaleras.
No creo en Dios, y por tanto tampoco en el cielo, pero si existiera se parecería bastante a esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario