Qué nostalgia..., tanto, que casi me he echado a llorar.
No quiero ser malinterpretada: me alegro de estar en el Juan de Mairena, los profesores son fabulosos, he aprendido mucho y he conocido a nuevos amigos. Es solo que hoy ha sido un mal día, que odio a mis compañeros, y que el amor del Camino de Santiago todavía colea...
No echo de menos especialmente la E.S.O, simplemente algunos detalles del colegio que sé que no me encontraría en ningún otro lugar. En algunas de las imágenes, los niños estaban rodeados de pintura y de cajas... en el colegio siempre hacíamos manualidades. A mí me encantaba, aunque las fuentes se atascasen y lo manchásemos todo. Recuerdo que con diez años andábamos imitando cuadros de Picasso y Frida Kahlo, especialmente aquella de las sandías (¿Viva la Vida?), o los girasoles de Van Gogh que representamos mediante el puntillismo.
Echo de menos las clases de teatro. Vale, sí, Ramón estaba un poco loco, pero también era un genio. Nos hizo actores y directores, perdimos parte del miedo y la timidez, y muchos de nosotros aún recordamos pasos enteros de Lope de Rueda, o Romances. Representamos obras de Cervantes, las memorizamos, las comprendimos. Ramón, que sepas que en mi ejemplar de Luces de Bohemia, en una esquinita he escrito In Memoriam
¡Y las excursiones! hace ya dos años que no tengo la ocasión de visitar lugares bonitos. Si siguiera en el Aljarafe, habría vuelto a Madrid, podría haber ido a ver museos y exposiciones por toda Andalucía y, quién sabe, quizá hasta hubiera viajado a Italia.
Hay detalles que nunca se olvidan. Representaciones, pintura, actividades, canciones, todo eso se queda en la infancia más feliz que nadie haya podido tener.
A pesar de todo, sé que cuando llegue junio y tenga que decir adiós a Germán, a Eva o a Carmen no va a ser una despedida impasible..., solo de pensarlo ya me siento triste, pero sé que vendrán etapas nuevas, gente nueva, buenos amigos, profesores, libros y viajes. Solo tengo que darle tiempo.
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