aquel instinto acabó con el amor.
Cesaron las mariposas, se acabó el rubor,
aclaróse la mente, despejóse el temblor.
Y solo entonces, cuando nuestros ojos chocaron de nuevo,
olimos nuestra indecisión.
Y solo entonces, viendo aquella sonrisa tímida
regresó aquella hermosa sensación.
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