viernes, 18 de julio de 2014

Pride and Prejudice.

Es exactamente cómo estan hechas las historias de amor. No se necesitan besos, o abrazos. Hay dudas, orgullo y prejuicios. No todo el mundo puede casarse o permanecer con la persona a la que ama. No todas las parejas permanecen juntas para siempre.
Quizá "Orgullo y prejuicio" sea la película más romántica que he visto nunca. Es el ejemplo perfecto de qué significa el amor, amor en medio de la sociedad, amor en la familia, el amor de los seres queridos por otras personas. Pero la perseverancia me parece admirable, supongo que porque carezco de ella, y este filme encarna muchos de los ideales románticos en los que creo, sí, incuso doscientos años después de que se escribiese la novela en que se basa el mismo. Para mí, de hecho, es uno de esos pocos casos en que la película es casi mejor que el libro de Austen, en parte gracias a esa banda sonora que no ceso de escuchar cuando estoy un poco más melancólica de lo normal. Es emotiva, romántica, preciosa y chocante en el mejor sentido de cada adjetivo con que se quiera calificar esta obra de arte, que aún me inspira los mismos sentimientos cada vez que la veo.
Es uno de los motivos de que crea que con fidelidad, inteligencia y perseverancia absolutamente todo es posible.
Y por eso sé que algún día yo también encontraré a mi señor Darcy.

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