martes, 3 de septiembre de 2013

Tensión.

¿Suena a topicazo si digo que habría podido cortarse con un hacha? La tensión, digo.
Probablemente, lo sería.
Pero no se respira felicidad alguna en el ambiente, a pesar de que todo va "bien".
Odio que mis padres discutan. Lo odio, porque se están pareciendo a lo mismo que siempre critican. Lo odio porque es irrazonable, y porque yo pensaba que estábamos más allá de toda esa mierda.
Lo odio porque nunca lo he vivido de forma tan consciente como ahora.
Y porque soy débil, y no puedo esconder que me duele, no puedo intentar mantener a flote la conversación, no puedo hacer muchas cosas.
Estoy cansada ya de esta tensión, de esa forma cortante de dirigirse unos a otros. Y de los que despotrican contra las personas que yo quiero.
Si es necesario tener tabúes para que todo vaya bien, se establecerán los tabúes.
¿O no lo han hecho ya? ¿no sabemos todos qué nombres no debemos mencionar?
Pues yo no tengo pelos en la lengua, y eso es un problema.
Sigo pensando que yo, solamente, aislada de los sentimientos hacia otros y bla, bla bla..., creo que yo sería mucho más feliz si no existieran abuelos, tíos, cuñados y primos cabrones para amargar mi existencia.
Que las vidas ajenas no son cosa mía, al fin y al cabo.

Qué ganas tengo de que empiece el curso. Así al menos escaparé del melodrama y mantendré la mente en otra parte... unas seis horas al día.

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