Tan sola, tan fría.
No quiero volver a casa. Y, a la vez, es el único sitio donde quiero estar, en completo silencio y total calma. Mi hogar, mis pajaritos, mis bichitas, mi campo alrededor. Mi casa, sin nadie que me reciba al llegar. Sin abrazos ni cenas calentitas esperando. ¿Qué tiene hoy el día, que rezumo añoranza por los poros?
Se respira ilusión en el aire, y yo..., yo no siento nada. Mi día favorito de todo el año, y yo tengo el corazón arrugado como cartón mojado. Si pudiera desdoblarme y salir de mi cuerpo, me zarandearía; hubo un tiempo, no hace tanto, en que aún me dormía chisporroteando de ganas y de nervios. Hoy ya sé qué es lo que marca la diferencia, qué es lo que falta, tan absolutamente insustituible que ni el mayor de los tesoros podría comprarlo.
Ahí está, ya puedo darle nombre a mi frustración.
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