Mientras lo observo hablar, con la cuchara a medio camino entre el plato y la boca, me doy cuenta de cómo me gusta hasta la sombra que proyectan sus pestañas sobre las mejillas rubicundas. Cada día me enamoro, es verdad, de cosas que antes no conocía, no apreciaba o no veía. Cada día soy consciente de que el amor significa cosas que el día anterior ni siquiera entendía.
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