Y así, las cosas que hace unas semanas dolían, ahora ya no lo hacen tanto.
Se disipa la bruma aplastante, y te das cuenta de que puedes respirar, y dormir sin soñar, pasa un día más y cada vez estás más viva.
El corazón me late veloz en el pecho y, al fin, ya no parece tan duro sobrevivir a un día más.
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