martes, 31 de marzo de 2015

Dioses.

A veces me gustaría ser creyente. Especialmente cuando veo a otras personas rezar.
Un profesor me dijo una vez que aquello que creen en un ser superior viven más felices que los ateos como yo. Parece muy reconfortante pensar que alguien te está escuchando, o que alguien que puede arreglarlo todo te va a ayudar. A veces yo también lo intento, pero la parte más lógica de mi cabeza me mira como si estuviera tarada. Intento imaginarme a un Dios gordito y barbudo, todo blanco, sobre una nube. O a un buda sonriente y... dorado. Intento imaginarme incluso algo más verosímil, como los Dioses del Olimpo, con virtudes y defectos, y cualidades representativas.
Pero simplemente no puedo, no puedo.
A veces yo me aferro al recuerdo de la protección de ese ser que me seguía y protegía en mi imaginación, en mi infancia. En algunos momentos la desesperación es grande, y uno ambas manos aferrando mis nudillos blancos, tensando los tendones con fuerza, mirando a la nada y pensando con intensidad. Entonces me abruma una infinita soledad, y pienso que solo soy una manchita entre diez mil millones de manchitas, en un pequeño planeta de una diminuta galaxia, y que a nadie le importa mi pequeño gran mundo interior. Paco lo llamó "soledad cósmica", y creo que ese nombre le va muy bien: estoy sola en este enorme universo, como lo estamos todos.
Por supuesto que no hay Dioses, a menudo no entiendo cómo alguien puede creer en semejantes tonterías. A menudo pienso que sería bonito creer también, si pudiera, al menos para tener la falsa ilusión de que alguien va a cuidar de los míos mientras yo no pueda hacerlo.
Qué tonterías.

martes, 24 de marzo de 2015

Cerca del mar.

Papá.
Cerca del mar,
Desenterrando coquinas con los talones,
Pescando,
Pintando,
¿Me haces una pajarita de papel?
Comiendo torrijas
O vacíos, sin nada, mientras me acaricias la espalda y el pelo
Mientras me cantes
Mientras sonrías
Eso quiero,
Papá.

lunes, 23 de marzo de 2015

No quise hacer daño a nadie

No me apetece escribir.
Hoy es uno de esos días en los que preferiría leer, o ver una serie, o matar a los malos de Hitman.
Pero no. La culpa me obliga.
Esta mañana, Eva me ha insinuado que había herido los sentimientos de Carmen con la entrada que escribí después del examen. Luego ha insinuado que eso me va a llevar a suspender la evaluación definitivamente. ¡Como si eso tuviera alguna importancia! no quería hacer daño a nadie. Solo era una reflexión, diantre, ¡todo el mundo sabe que la adoro! la he idolatrado desde el quince de septiembre, la he defendido cada vez que mis compañeros la acusaban, ¿cómo iba yo a acusarla también?
Creo que el texto que publiqué es bastante explícito: yo sé que la culpa es mía. Sé que hice un mal examen, simplemente es injusto que no reflejase el empeño que yo había puesto en él, punto. No quiero que me lleven entre algodones, o de la manita, o algo parecido, como ha dicho Eva. Carmen no es injusta, la situación lo es, y apechugo con ello, nunca he pensado en otra cosa.
Entonces, ¿le ha molestado mi descripción de la situación? en lo relativo a la clase, quiero decir. En ese caso lo lamento, porque no voy a retractarme: hoy algunos de mis compañeros me han dado la razón, incluso me han agradecido el texto. Un chaval de la clase de al lado ha venido a estrecharme la mano.
¿Cómo iba yo a hacer daño a una de mis profesoras favoritas? Independientemente de si el método me parece acertado o no, ¿quién soy yo para cuestionarlo? si da resultado, adelante. Yo no he sido traicionada ni nada por el estilo, soy consciente de que no puedes evaluar el esfuerzo de un alumno si no se refleja en el papel. Y ese es el caso, qué remedio.
Pero, mierda, no quise decir nada injusto, no quise hacer daño a nadie.

Madonna

Madonna va a ser mi obsesión de la semana.
Mis hermanos me contaron que mi madre solía bailotear por toda la casa cantando las canciones de Madonna en el discman. Es una de esas imágenes que me producen cierta nostalgia, pero solo por imaginación y no por recuerdo.
Quizá así podamos estar un poquito más cerca aún.

Silent Scream.

Parece que la función de este blog no está muy clara, a veces ni tan siquiera para mí misma.
Silent Scream nació en 2011 como una continuación de un blog anterior que escribía bajo un seudónimo y que desapareció junto con la plataforma en la que escribía. Era un blog anónimo y privado en el que escribía más fantasías que otra cosa, alguna que otra historia que nunca terminaba y poco más.
Silent Scream fue una revelación para mí. En primer lugar, porque pude personalizarlo: elegí el color de las letras, el fondo y la forma. El resultado, un tanto oscuro y recargado, casi gótico, reflejaba bastante bien mi personalidad de aquel momento, e incluso mi personalidad de hoy. No puedo pretender ser alegre, luminosa o sociable, porque esta es la realidad dentro de mi cabeza.
Además, comencé a centrarme en mí misma, lo convertí en un asunto más personal y menos fantasioso y lo convertí en un lugar en el que cualquiera pudiera leerme, porque no tengo nada que ocultar.
Este blog es público, eso significa que cualquiera que lo busque podrá acceder con relativa facilidad a mis reflexiones más personales, y si no le gusta lo que encuentre tendrá que atenerse a las consecuencias; entre otras cosas porque este es mi lugar de pensar. Es difícil coordinar los pensamientos en mi cabeza, se pierden y mutan con demasiada rapidez, y escribir es la única forma de buscar un mínimo de coherencia. También puedo quejarme de mi día a día, emocionarme con la música o hacer una crítica de un libro. Así son las cosas.
Por eso es obvio que no todas las cosas que he escrito por aquí son estrictamente ciertas. Pueden haber sido pensamientos pasajeros (ya que, gracias a mi móvil, puedo escribir cualquier cosa en cualquier momento y lugar) o ideas sobre las que no he reflexionado lo suficiente o he cambiado de opinión.
Por tanto, no me juzgues, no me corrijas, este no es el lugar para ello: es el lugar en el que vuelco todo ese torbellino visceral que hay en mi cabeza, donde analizo las emociones para que no me desborden, donde me desahogo.

domingo, 22 de marzo de 2015

There we go again.

Ive seeing Awkward and I don't feel like spelling it out in Spanish, so I'll do it in English 'cause Im a boss and I can do it.
Heat, bacteria, fever and sickness, there we go again. I was right, something good (or, at least, stable) cant least for long.
I hate being right.
So I suppose we'll be at hospital in a few days, or a weed or something. Portal is gonna be remover and replaced for a new one (I dont fucking know how, there's no more space), all is gonna be difficult, and worrying and hard, as it is always.
And we'll get through it, as we always do.

viernes, 20 de marzo de 2015

Terapia curativa.

Terapia curativa es un libro, por supuesto.
Una película con mis hermanos.
Un ratito de soledad.
Una siesta reparadora.
Las caricias de mi pater,
Terapia curativa es póker con mi cuñado,
y cerveza con mis amigos
a pesar del frío y la lluvia.

Terapia curativa es verte después de un día largo.
Y olerte.
Abrazarte.
Besarte.
Y quitarte la ropa
Para nadar en las sábanas en tu busca.

Terapia curativa es engancharme a una serie para olvidar todo lo demás.
Y aprender algo nuevo.
Escribir.
Sentirme útil,
tener buenos resultados en cualquier cosa después de un gran esfuerzo.

Pero no sé si todo esto sirve de algo, pues para que exista una terapia curativa tiene que existir un daño o un dolor, y yo tengo todas esas cosas en mi día a día.
Es como tomar medicinas antes de que te duela nada.
O como ser feliz solo a base de drogas,
y darme cuenta de que yo sola, sin ciertas cosas y sin ciertas personas, no soy nada de nada, ni hago nada de nada.

Aún no me lo puedo creer.

He suspendido historia. Aún no me lo puedo creer.
Es el primer examen que suspendo este curso, el segundo en todo bachiller, pero eso es lo de menos.
Mi primera reacción ha sido permanecer impertérrita, todo ello para no llorar. Oh, vamos, es solo un examen. Sí, un examen al que había dedicado muchísimas horas de trabajo: redactando mis apuntes, utilizando recursos del aula virtual, del libro, redactando composiciones, haciendo mis propios esquemas. Empecé a estudiar varias horas diarias a mediados de febrero, a un mes del examen, pero para entonces tenía todos mis apuntes pasados a limpio y redactados, otros distintos hechos a partir de los esquemas del moodle y unos terceros utilizando el material del libro de texto, e incluso veía esos aburridos documentales de los canales de historia en mis escasas horas libres. De tal modo, para el 11 de marzo supe todo lo que consideraba oportuno saber sobre exámenes, composiciones, Antiguos Regímenes, Desamortizaciones, Guerras, la primera República, Canovismo, colonias, reyes, liberalismo, y un largo etc.
Y sin embargo aquí estoy, llorando porque he suspendido historia.
¡Qué sofocón más tonto! Intento decirme a mí misma que solo ha sido un examen feo de una asignatura más fea aún. Pero la cantidad de esfuerzo que he invertido no se refleja en un 4.5. No es posible, y sin embargo, ahí está, en su círculo rojo, mirándome y sonriendo.
Me ha dado la sensación de que Carmen se preocupaba por mí, probablemente porque he sido incapaz de captar un par de palabras siquiera de todo cuanto ha explicado luego. Solo algo de embalses, infraestructuras y UGT, aunque entre mis papeles está todo escrito.. Incluso me ha preguntado más tarde. Debe de pensar que soy una exagerada, o algo parecido. Yo también lo haría, de no ser yo.
No me importaría suspender de no haber estudiado, probablemente. Tampoco me parece tan terrible, esto es lo que me espera en la vida y lo sé. Pero supongo que, tras haber aprobado el primer examen aunque fuera por los pelos, no quería decepcionar a nadie, menos aún a ella. No quería ser inconsciente, o meter la pata, ni confundir conceptos. Quería demostrar que he dado mil vueltas al vocabulario, que sé hacer síntesis, que he comentado todas las imágenes, mapas, gráficos y tablas que he encontrado en el moodle.
Y solo he demostrado que soy una idiota que se frustra por nada.
¿Pero acaso no es frustrante? Soy buena en todo lo demás, en el sentido de que mis esfuerzos dan sus frutos. Ochos, nueves y dieces en las demás asignaturas: latín, griego, historia del arte, filosofía, inglés, historia del pensamiento político, lengua. ¿Es de verdad un problema mío, o de Carmen, como sugiere mi madre? probablemente el problema sea que estoy muy mal acostumbrada. Quizá el esfuerzo que invierto no es real, no es representativo de mis capacidades o algo así. Pero, ¿cómo es posible que toda la vida hayan alabado por doquier mi capacidad de redacción y esta mujer me encuentre fallos de expresión? ¿es que acaso son los nervios, o es que he vivido engañada y más bien crecidita toda mi vida académica? ¡¿qué diablos he hecho mal?! ¿el método o la palabra?
Y luego me dice que es "lo habitual". Lo habitual para ti, en todo caso; porque yo no me considero "lo habitual" en ningún momento. Pongo la mano en el fuego sin miedo y me arriesgo a decir que soy la única persona de la clase que se preocupa más por aprender que por aprobar, y no digo que simplemente soy la única persona que se preocupa porque tengo a Silvia sentada a mi lado.
Pero se ve que eso de aprender quizá no es el camino correcto. Debería limitarme a memorizar, a escupirlo todo y hacer reseteo, porque se ve que éste no es el método que sirve. ¿Cómo van a cambiar las cosas, si ves solamente aquello que quieres ver? (no lo digo yo, lo dice Madonna), ¿no te das cuenta de que el silencio sepulcral que sigue a tus preguntas en clase se debe al miedo? los alumnos no quieren tu desprecio por no-saber, temen el rechazo si se equivocan. Tememos el rechazo.
Claro que lo sabes. Pero también sabes que nadie lo dirá. Y que la gente ha tirado la toalla porque sabe que aunque se esfuerce no lo va a conseguir.
Yo también lo sé.
Y por eso no puedo dejar de sentirme triste, aunque yo no tengo la intención de rendirme ni de dejarlo pasar. Estoy barajando dos opciones: aprobar como buenamente pueda papagalleando o hacer que mi subconsciente, que me ha insinuado en un sueño que soy un fracaso, se trague sus palabras.
Así que lo siento si estoy triste, si lloro, si fallo. Lo siento por mi dolor de cabeza, que no remite. Lo siento por mi madre, que se tragó diligentemente los siete temas a pesar de lo mal que se encontraba. Lo lamento por mi hermana, que dedicó varias horas a explicarme términos jurídicos, procedimientos legales y constituciones varias. Lo siento por mis esperanzas, y por todas las horas que les robé a los libros, las películas, las series y a mis amigos. Lo siento por aquellos que aguantaron mis nervios, mis recurrentes dolores de cabeza y de estómago, mi insomnio. Y por Carmen, que ha tenido que corregir mis disparates. Lo siento por mí misma, por decepcionarme y ser lo habitual.
Lo siento mucho, pero ese examen tan feo está aprobado.

martes, 17 de marzo de 2015

My soul's soundtrack.

No creo en el alma. No puedo creer, dado que no existe Dios o divinidad, ninguna religión para mí.
Y sin embargo, quizá debido a la forma de la que me educaron o a mi afición por la literatura fantástica, lo cierto es que es difícil concebir que mi esencia -mis gustos, mi personalidad, mis sueños y mis recuerdos- estén concentrados en ese órgano blandengue y acuoso que es mi cerebro. Si fuera mi corazón, todavía, pero tengo que admitir que, biológicamente, mi corazón no sirve para otra cosa que para bombear sangre, que no es poco. Pero la cuestión es que siempre he imaginado, más allá de los conocimientos reales que me ha enseñado la ciencia, que mi esencia está concentrada fuera de mi cuerpo, de forma que éste funcione como una carcasa y mi persona salga de él y se pierda cuando yo muera. Pero es solo imaginación, sé que no existe tal cosa aunque en mi mente literaria (que también soy yo, porque soy todas mis facetas, como bien dijo Friedrich Niezsche) la considere como tal, considere un posible alma NO religiosa como mi "yo".
Si mi alma tuviera una banda sonora, probablemente sería el Winter de The four seasons de Vivaldi. Lo digo desde hace mucho tiempo, y no porque considere a mi esencia fría y oscura ni nada parecido. Es solo que me parece que la forma en que se mueve la melodía es como mi personalidad, es cambiante, y apasionada, tormentosa, y luego suave. Pasa de lo más alto a lo más bajo, de lo dionisíaco a lo apolíneo, de la guitarra a la lira, como diría Germán. Situaciones intelectuales y desapasionadas, que son pocas, y luego la fuerza y la furia que aplico a las cosas que me gustan y que despiertan mi lado más sensible y menos domesticable.
Pero The waltz of flowers, parte del Nutcracker de Tchaikovsky es como mi día a día, mis pensamientos internos, esa cursilería melancólica y dulzona que me ataca a veces. Es capaz de hacer temblar mi corazón con un cosquilleo, de elevar mi pecho con un aire más allá del mundano oxígeno. Es vida.


domingo, 15 de marzo de 2015

No hay que engañar a nadie.

Hace mucho tiempo que quería escribir una entrada sobre uno de esos estúpidos tabúes del mundo: el sexo.
Obviamente, las relaciones sexuales son necesarias para perpetuar la especie y todas esas cosas, por lo que existen desde el origen de los tiempos, y no solo en el hombre sino también en la especie animal.
Pero el sexo no se practica solo para crear descendientes, sino por mero placer.
¡Es maravilloso! si lo haces bien, claro. Es una sensación magnífica, antes, durante y después. No estoy diciendo que todo el mundo se ponga a frunjir como locos, pero sí que la gente deje de reprimirse. Hazlo cuando quieras, donde quieras y con quien quieras. Aprovecha que somos una de esas pocas especies que experimentan placer sexual.
Sé sensato, sé prudente, y disfruta. ¿A qué vienen esas caras de espanto si una persona mantiene relaciones sin tener pareja, o lo que sea? ¿Es que tengo que tener novio o novia para poder tener sexo? Eso es una tontería como la copa de un pino.
Y es una tontería que los curas practiquen el celibato. Y que los adolescentes oculten a sus padres si salen con alguien o si son vírgenes o dejan de serlo. Es una de esas actitudes estúpidas del ser humano, y es que después de millones de años aún no hemos podido superar que el sexo es necesario y es placentero. ¡Y es todo beneficio!

lunes, 9 de marzo de 2015

Nunca será feliz.

Nunca será así.
No, nunca será feliz.
Si amas a quien no debes
Ni anhelas lo que no se puede.

Y dices qué puede estar tan lejos
y que vives en un mundo libre
Si es que no sabes nada
Si es que no sientes la verdad.
Es fácil cuando cierras los ojos, ¿o no?
Es fácil amar a un hombre
Es fácil ser cualquiera, y mutilar al corazón.

Pero mientras, sueña con lo que es sincero
Sueña con los pétalos rosados
con dos pozos negros
con la sonrisa que sorprendería a Dios y enamoraría a todos los ángeles.
Piensa en el valor, en lo ajeno.
Piensa que está cerca, y que no puedes tocarlo.

Y, sobre todo, olvida que no puedes sentirlo.

sábado, 7 de marzo de 2015

This time

Porque ahora, en este mismo día, en este preciso minuto, podría estar haciendo cualquier otra cosa.
Podría estar sentada en Dark Side, bebiéndome una cerveza con mis amigos. Podría estar en su cama, como si volviera a ser navidad y nadase desnuda entre las sábanas, buceando hacia sus brazos.
Podríamos darnos una ducha luego, y comernos sus espaguetis fríos y pegajosos con la risa contenida.
Podría estar con mi hermano, jugando a algo tonto y gracioso en que él hiciera todo el esfuerzo y yo solo le siguiese torpemente. Quizá podría estar viendo una película con mi hermana, o ya dormida, o leyendo en la cama. Cualquier cosa.
Pero no. Ahora mismo, 12:50 de la madrugada de un sábado, no estoy carcajeándome y cerveceando con mis amigos en la playa. Tampoc estoy haciendo el amor. No estoy haciendo nada divertido, ni gustoso ni útil: ni siquiers estoy en compañía. Estoy en el sofá del estudio, releyendo y esquematizando apuntes para verlos a redactar. Estoy con Madoz, Godoy, Fernando VII, Cánovas. Desamortizando, guerreando, siendo cacique, malversado.
Lo dicho, nada útil ni divertido, ni siquiera interesante. O quizá solo pienso eso porque estoy sola y aburrida, porque es sábado y porque... Yo qué sé.

viernes, 6 de marzo de 2015

Even worse

Me siento peor todavía.
Sigo sin dormir bien, me despierto cada poco rato y tengo pesadillas contínuamente. Sueño con robos, con muerte, con soledad.
Esta semana parece que el objetivo es minar a mi estómago: el hambre y el dolor se alternan de forma repentina. A ratos tengo fatiga, y en otros momentos me comería a un buey. Me siento vulnerable e incómoda en mi propia piel y juraría que he perdido peso, porque los pantalones se me caen aún más. Ahora mismo estoy sintiendo retortijones y oigo gruñidos furiosos, y siento temblores de seísmo en las entrañas.
Mi espalda es un amasijo de contracturas y nudos. En parte por lo incómodos y rígidos que son los asientos en el instituto, especialmente las sillas del aula TIC; probablemente por las malas posturas en las que duermo ese breve sueño inquieto de las últimas tres semanas. Incluso sueño con exámenes.
Mis amigos se quejan de que no salgo. No Elena, tampoco los chicos del Juande, ellos saben por qué estoy pasando porque lo viven del mismo modo. Son otros amigos los que me recriminan mi encierro, o que no les hablo por whatsapp, ese tipo de cosas.
Mi madre, sin ir más lejos, estaba enfadada conmigo el miércoles. Me dijo que me había ido a la cama la noche anterior sin darle las buenas noches y había vuelto la cara para no mirarla. Pues bien, resulta que me dormí leyendo El Discurso del Método en el sofá, porque tenía examen de filosofía al día siguiente, y ni siquiera recuerdo cómo llegué a la cama.
Decía que durante algunos días no le hablaba, pero leñes, no he hablado con nadie. No me justifico, porque sé que mi abandono hacia mis amigos es real y está mal, pero yo no tenía la sensación de haber dejado de lado a mi familia. De hecho, ese mismo lunes me iba a la cama a las 11:30 p. m, tempranito para mí, y me quedé con ella hasta la una de la madrugada porque había estado estudiando y no la había visto en todo el día. Y el fin de semana, el domingo, estuve toda la tarde con ella y con mi hermano jugando al ordenador (Lara Croft Guarfians of Light, un título casi tan malo como el juego, que solo es divertido porque nos puteamos bastante mutuamente) y bromeando.
Reaccioné muy mal cuando me lo dijo, había tenido un día espantoso. Tuve un ataque de rabia impotente, luego de llanto y al final de angustia. No podía ni respirar. Suerte que mi hermana andaba por allí y vino inmediatamente a rescatarme y a calmarme, y yo me siento mal porque mamá no sólo no soltó su rabia y su pena sino que se sentía culpable y me pedía perdón.
Hoy he decidido meterme en la cama más temprano. Tengo la sensación de que voy a ponerme enferma y la semana que viene tengo exámenes de: Historia de España, literatura, latín, griego, historia del arte, inglés y lengua. La semana siguiente no es mucho mejor.
A veces pienso que no quiero acabar bachillerato para no irme del Juande, pero en estos momentos me siento tan agobiada y tan extenuada que solo quiero acabar de una vez.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Blood drop.

Una gota de sangre cayó en mitad de la frase.
Mi primera reacción fue admirar su belleza: era tan densa que permaneció igual que al caer, como si hubiera detenido el instante en el que se estrelló contra el papel formando un perfecto círculo con una serie de ramificaciones desiguales. No se había deslizado por el papel, sino que permaneció ahí.
Luego me pregunté de dónde había salido. De mí, claro, pero ¿por qué? mis labios estaban postillosos y ensangrentados de tanto morderlos, pero la sangre habitualmente se mezclaba pronto con la saliva, y era mucho más líquida. Luego volví a mis sentidos, y sentí el lento flujo cayendo desde mi nariz hacia el labio superior y hacia el vacío.
Me dolía terriblemente la cabeza.
Pensé que era la primera vez que sangraba por la nariz, al menos que yo recordase. Mamá me dijo una vez que es una forma de que el cerebro libere una cierta tensión, para no explotar. En ese momento sentía el cráneo tan palpitante y lleno que no me hubiera extrañado que estuviera repleto de sangre caliente y el cerebro se hubiera derretido allí dentro.
Suspiré. Terminé de lavarme la cara, cogí una caja de pañuelos y volví a mi escritorio casi con cuidado, como si no quisiera molestar a mi órgano más importante.