Si soy altruista, la felicidad y el bienestar de las
personas a las que quiero. Que logren sus metas, que se enamoren, que viajen...
Si soy egoísta, pido que mi madre se cure. Sé que es
imposible, pero es lo que más anhelo. No hay nada que me falte: vivo en una casa
enorme y preciosa, es mi refugio y mi castillo. Jamás paso hambre. Puedo
estudiar, y los libros ya no me caben en las estanterías. Tengo una familia
preciosa que me adora y a la que adoro, muchos y muy buenos amigos, salud… ¡todo!
Y sin embargo, ella es lo más importante.
Sé que debería contentarme con que esté a mi lado, con
seguir viendo su preciosa sonrisa y esos inteligentes ojos negros, con escuchar
su humor ingenioso y disfrutar de su ingenuidad. Sé que debería aprovechar el tiempo que nos queda, y arrimarme a sus huesos todo lo que me permitan las
manecillas del reloj, y lo haré.
Pero mi mayor sueño sería que ella estuviera bien. Que se
acabase el dolor, los medicamentos, los virus. Decir adiós al olor al hospital
para siempre y poder hacer las cosas que nunca hemos hecho: ir al extranjero,
salir de compras, ir a un parque o ver una película en el cine. Me gustaría ir
a la playa con mi mamá, o comer juntas en un restaurante. Y revivir el olor a
laurel, puchero, volver a probar su arroz con leche, seguir cuidándola sin temor a que se rompa y
se me deshaga en los dedos…
Ese es el deseo más profundo de mi corazón.