Hace unos días me llegó un mensaje de una antigua amiga mía, acerca de mi relación con la persona que me gusta y que, desde hace poco, tiene novia.
¿Y si, por una vez, dejas de criticarme y te pones en mi lugar?
¿Es que porque esté todo el día sonriendo, soy feliz? No salgo. Lo único que hago es cuidar de mi familia, estudiar, eso que se supone que esperan de mí. Pongo todo mi buen humor, mi esfuerzo, mi empeño en que su casa esté limpia y su comida rica, en que mi hermana no trabaje tanto, en que mi madre se encuentre mejor. En que mi hermano y mi padre lleguen del trabajo y tengan un plato caliente delante, y puedan irse a descansar lo antes posible. En que mi madre coma lo suficiente, duerma mejor por las noches, tenga menos preocupaciones. Voy a la farmacia, al ambulatorio, a comprar, a hacer recados. Lo único que hago en mi vida es preocuparme, y callarme, y trabajar por el bienestar de los míos. Escuchar a mis amigas cuando se sienten tristes, aconsejarlas cuando están perdidas, darles un abrazo cuando lo necesiten.
¿Alguien me ha escuchado quejarme? ¿Eh? ¿Se me puede acusar de nada? Pasarme el día en casa, viendo el cielo a través de las ventanas, porque esas chicas que se consideran mis compañeras y amigas no se han acordado de mí a duras penas nada más acabar las clases.
Incluso aunque sea verano, paso la mayor parte del tiempo escribiendo, estudiando algo o leyendo.
No bebo, no fumo, no me drogo.
¿Qué más queréis, Dios mío? ¿Ni siquiera puedo hablar con él? Que no estoy ligando, no le envío mensajes, no le etiqueto en fotos, no le pongo comentarios de buenos días. ¡Que me limito a hablar con él y ya está! Que es la ilusión de cada día, el saber qué tal le va, que me diga alguna vez que me quiere. ¿Eso me vais a quitar? Pues no, coño, lucho por lo que quiero y no me voy a rendir. No me da la gana. ¿Sabéis cuánto espero cada minuto del día para que llegue la hora de conectarme y saludarle? ¿Sabéis cuántas veces al día pienso en que ojalá estuviese a mi lado? Cuando mi madre se agobia y rompe a llorar, cuando hay que hacer malabarismos con dinero, cada vez que el trabajo se me echa encima, cuando estoy totalmente sola, cuando estoy agachada con el trapo en la mano. Mientras mi mente martillea, mi espalda protesta, y mis manos se agrietan por culpa de los productos de limpieza. Cada vez que veo a mi familia entera saturada.
Cada vez que me voy a dormir, y me despierto más cansada todavía.
¿Queréis dejar en paz mi vida, por favor?
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