Son esas pequeñas cosas que te hacen darte cuenta de cuándo arriesgar, cuándo darlo todo.
Pero yo no he aprendido todavía. Cuántas veces me he esforzado hasta mi límite.
Porque sí, y para nada. En algún momento algo me dijo que mi recompensa había sido aquella, aquella nimiedad. Yo y mi sentido de la proporción. Atrofia de los equilibrios. No era suficiente, sigue sin ser suficiente, y las personas deben saber cuándo retirarse a descansar, reponerse de las heridas y volver a decidir. ¿Pasar página, o volverlo a intentar?
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