“Al dejar atrás el paseo marítimo y las desvencijadas tablas
de madera, me quito las chanclas negras de goma. La arena me hace cosquillas en
los pies. El aire huele a salitre.
Cuando me acerco a la orilla, dejo que el agua serpentee a la altura de mi tobillo. Está fría, pero yo la siento extrañamente cálida.
No es una playa caribeña, pero intuyo que te gustaría. Me hubiera gustado tenerte aquí, conmigo. Que el roce del viento sobre mi piel fueran tus manos. Que la cálida caricia del sol fuesen tus ojos.”
Cuando me acerco a la orilla, dejo que el agua serpentee a la altura de mi tobillo. Está fría, pero yo la siento extrañamente cálida.
No es una playa caribeña, pero intuyo que te gustaría. Me hubiera gustado tenerte aquí, conmigo. Que el roce del viento sobre mi piel fueran tus manos. Que la cálida caricia del sol fuesen tus ojos.”
Paseando, llego a una extensión rocosa, como un pequeño
acantilado que desciende desde la barandilla del paseo. Las olas baten furiosas
contra los pedruscos negros, y no creo que pueda cruzar, así que me instalo
cerca del mar, en la arena húmeda. El viento se disputa mi pelo, lanzándolo en
todas direcciones. Me hace cosquillas en el cuello, en los hombros, por la
espalda y el pecho. Me dificulta la visión...”
“...La playa me recuerda a ti. La marea baja, que deja grabada la silueta de las olas en la arena compacta. La puesta de sol reflejada en la superficie casi plateada del mar. Su olor....”
“...Es probable que jamás llegues a saber de la existencia de esto. Me recuerda un poco a un libro..., pero solo es que me siento sola y te echo de menos cada segundo.”
“...La playa me recuerda a ti. La marea baja, que deja grabada la silueta de las olas en la arena compacta. La puesta de sol reflejada en la superficie casi plateada del mar. Su olor....”
“...Es probable que jamás llegues a saber de la existencia de esto. Me recuerda un poco a un libro..., pero solo es que me siento sola y te echo de menos cada segundo.”
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