sábado, 31 de marzo de 2012

Experiences ll: Salón del Manga.

Como introducción, me gustaría explicar al lector que desconozca este mundillo en qué consisten los salones. Son los mayores eventos "frikis" a los que asisten amantes de Japón, su idioma, su cultura, su música... Habitualmente, se realiza en salas espaciosas que disponen de dos o más escenarios para actuaciones, concursos de Cosplay y para-paras. Además, suele haber gran variedad de comics, ítems de series y grupos, no solo nipones, sino coreanos, de rock y heavy metal...vamos, un poco de todo. Un paraíso para este reducido grupo de amantes de Asia.
Generalmente, el salón de Sevilla se hace en el casino, pero este año cae en la coincidencia de que está en obras. Eso, inicialmente, es molesto, porque es el lugar más indicado y espacioso para hacerlo.
Esperamos que solo haya sido este año.
Llegué al Teatro Alameda en coche, escoltada por mi hermana mayor. La gente saltó sobre mí nada más llegar. Carai, no era consciente de que tuviera tantos conocidos. Hubo muy buenos cosplays, pero yo no soy muy aficionada a eso. Me puse una camiseta de Black Rock Shooter. Yo lo conocí como OVA, pero ahora han hecho una serie. Pues mejor. Llevaba medias de rejilla, con pantalones cortos (más bien bragas largas) y botas de piel negras. Guantes bicolores, mucho maquillaje y mechas.
¿DOS EUROS LA ENTRADA? El año pasado era más barata, más les vale que el salón sea bueno. Más o menos ese es el resumen del pensamiento colectivo. Yo no tenía grandes expectativas, sabedora del escaso espacio del teatro. Y al entrar...menuda decepción. Tienda de información, taller de Dibujo, las mesas típicas de los torneos de Magic y roll y seis tiendas. La zona de lectura era un reducto en lo alto de unos peldaños, y la gente aprovecha para leer allí comics, de los que puede disponer todo el mundo siempre que los devuelva después. Tampoco localicé la zona de Rammen, y más tarde me enteré de que no había. El escenario era lo único bueno. Espacioso, bien iluminado y accesible desde casi todas partes.
Aquello era demasiado pequeño para lo que yo estaba acostumbrada, y toda la gente que fue al del año anterior no cabría allí. En realidad, no había cavidad ni para un tercio. Y no me equivoqué, la verdad, porque no llevaba allí ni media hora cuando se hubieron agotado las entradas, y la gente hacía colas kilométricas para entrar. El salón de Sevilla siempre ha sido uno de los más grandes y famosos de España, y vienen personas de toda la península.
Qué chasco más grande.
Ojeamos las tiendas y vaciamos los bolsillos. Tomos en japonés, imposibles de encontrar en otras ocasiones, el típico gorrito de Angry Birds, camisetas de BRS, FF, ESDLA, etcétera...
Casualmente, conocía a todo el mundo. No cesaba de desaparecer, como decía Mei, con cada uno de mis conocidos y amigos, que no eran pocos.
Fran, Marina, Silvia, Violeta, Ami, Cris, Alois, Matías, Alvin, Pablo, Elia, Alba, Mady, Elba y su novio, Luca, Sue, y una interminable lista que no me apetece rememorar.
Tampoco la música me era indiferente. Cuando no había para-para (baile) para alguna canción, daba la casualidad de que sabía cantarla. Ya fuera por tratarse del opening o ending de algún anime, o por ser de un grupo japonés. Y si me sabía bien el baile, arrastraba a quien tuviera más cerca hasta el escenario, para servir de ejemplo a los noobs, o solo reírme un rato.
Luego fue el concurso de Cosplay, algunos con actuaciones. Impresionantes disfraces, caseros o comprados, desfilaban ante nosotros. Wow. Vocaloid, Final Fantasy, Assassins Creed, y otras que no conocía. Incluso un grupo de chicas disfrazadas magistralmente de princesas de Disney desfilaron cantando por el escenario, cada una su canción. Giselle, Aurora, Bella, Ariel, Mulan, Rapunzel, Jasmin, Lilo, Pocahontas...
Creo que ellas ganaron el primer premio.
Dibujo, baile, a tomar aire, compras, baile, gente, baile, amigos, baile, risas, baile, fotos y más baile.
Estoy reventada. Andando de acá para allá, corriendo, gritando, buscando a la gente... En fin, caótico. Un caos divertido.
Me enteré de que cerraban a las ocho, y Mei tenía que volver a casa antes de las nueve, así que calculamos una media hora para llegar al metro y otra de viaje. Al final, cogimos un autobús, que nos salió más barato. Música y más miradas extrañas. Mei se fue pronto, su madre se enfadaría.
Cuando la abracé para despedirnos, supe de alguna manera que me estaba tirando un farol. Decidiera Dani lo que decidiera, yo perdonaría a mi amiga. Porque ella quería defenderme.
La siguiente en despedirse fue la peque, Violeta, que había quedado con otra persona. Sussy, que había vuelto de Marruecos, como todos los demás. Perdimos a Esteban y a Elsa de vista, y de pronto estábamos en Ciudad Expo, en el circuito 1. Nos sentamos en un banco y pude descansar por primera vez desde que me levanté, disfrutando del frescor de la creciente oscuridad, admirando como siempre el manto estrellado. Exhalé un suspiro involuntarios mientras escrutaba la tenue luminiscencia de los astros. Verdosa, celeste, plateada. Bella, diferente. No tengo palabras para describir lo hermoso que me resulta el cielo. Elba, reclinada contra mi pecho, escuchaba el relato de nuestro amigo, que tenia un aire melancólico. Él se mesó el espeso cabello rojizo mientras hablaba, y cuando terminó su triste historia, me miró. Me puse nerviosa un momento, pero él puso la mano en vertical, orientada hacia mí, con la evidente intención de chocar conmigo. Cuando alcé mi palma contra la suya, retuvo mi mano, entrelazando los dedos, y yo sonreí. Quizás porque él sabía que yo estaba pasando un mal momento, puede que solo fue un momento de complicidad.
Sonó el móvil de Elba. Tocaba trasladarse al Game, para ver a Josemi. Acabamos en Metromar con Esteban, que se unió después, y Elba nos invitó a comer.
El día "terminó" en una escena de lo más pintoresca. Detrás del dentro comercial, en el silencio y la oscuridad de la noche, contra un muro, cuatro amigos sentados y hablando. Elba y yo sentadas, Alberto apoyado en ella, acariciándole el brazo, y yo jugando con la mano de mi amigo a la vez. Esteban trataba de entrar en Tuenti con su único brazo desde el móvil de Elba, que constituía un galimatías para él.
Cuando Elba se marchó, Esteban cogió el metro y desapareció camino al Puente de Triana, popularmente conocido como "el río". Alberto y yo nos quedamos solos, y yo le acompañé a su casa. Creo que no recordaba dónde vivo, porque pensó que me quedaba con él en el Circuito 1.
Seguimos riendo, manteniendo la conversación en la superficialidad, me dije, o si no podría ponerme sentimental. Así que nos despedimos de muy buen humor después de un día alucinante.
Llegué a casa, cansada y entumecida. Después de una exhaustiva descripción de todas y cada una de mis actividades y sensaciones a mis padres, me metí bajo la ducha. El agua caliente empañó los cristales, borró la pintura de mi cara, y me quitó de encima la tensión, el dolor, el cansancio, el entumecimiento, y gran parte de la tristeza que comenzaba a cernirse sobre mí como una nube vengativa. Desenredó mi pelo, que cayó como una cascada negra por mi espalda, y al fin pude deshacerme del sudor, de la lluvia, de la tierra, del polvo, las lágrimas...
Cuando mi piel desprendió el suave olor del perfume y el jabón, y estuve en mi cama mirando las estrellas, pude sentir vagamente la paz del momento, entre la tenue luminiscencia azulada del mando estrellado, una vez más, titilando...

viernes, 23 de marzo de 2012

Experiencias.

Si fijabas bien la vista, el aire se ondulaba por el calor. Es un fenómeno bien común, pero yo no me fijo tanto en esos detalles. La hierba hacía que me picara la piel, el corazón me latía como el de un colibrí por culpa del Monster y tenía un dolor de cabeza impresionante. El aire hedía a cachimba, la gente gritaba a mi alrededor, y yo estaba atrapada entre el gentío. traté de enfocar la vista. La gente se pegaba en un "Pogo" como nunca lo había visto. Se lanzaban salvajemente unos contra otros, y no me atreví a meterme por miedo a que me pisotearan. Levantaban una nube de polvo.
En la destartalada plataforma negra, vallada, había gente. Un grupo de música, enteramente vestido de negro y ostentando calaveras y cruces góticas por doquier. Gritaban, sacudían las vaquetas contra la batería, arañaban las guitarras bastamente. La melodía, pese a todo, resultaba reconocible.
Puede sonar sadomasoquista, o estúpido, pero algo tiene ese ambiente que me gusta. Aparte de los borrachos, los emporrados, y esos locos que te encuentras en cualquier parte,todo el mundo podría haberme comprendido.
Alcé el brazo, arañando a la gente con los pinchos de mi pulsera. Lo agité en el aire, salté, gritando. Sentí que se me corría el maquillaje. El polvo se me metía en los ojos. Las dos lágrimas negras que rodaban por mis mejillas me daban un aire siniestro, según me dijo Ali más tarde.
Hablando de la reina de roma. Dejó caer el brazo sobre mi hombro. Olía a alcohol.
-¿Te queda vodka?-Me preguntó.
Parece que se había olvidado de que no bebo.
-Ahora te consigo un poco-le prometí-. Quédate aquí y no te metas en el pogo. La cosa anda chunga.
Se tambaleó, y dirigió su atención hacia el escenario donde comenzaba a sonar Sweet Dreams. Comenzó a moverse al son de la música. Andaba achispada, pero aún no estaba borracha. Buena señal.
Curro me vio. Se acercó, me estrechó y me besó en la frente.
-Ten cuidado ahí
Adoro la forma en que se comporta conmigo.
-Tranquilo, ya me iba. Eso se está desfasando-hice una pausa, sin saber por dónde empezar-. Necesito un favor, Curro, ¿Puedes conseguirme alcohol?
-Pensaba que no bebías.
-Y no bebo.
-Veré qué puedo hacer-suspiró-. Hablemos con Selu
Selu debería llevar unos doce vasos de Vodka a palo seco en vena, y sin embargo parecía el más sobrio de todos.
-Hola, papá-le saludé en broma.
Él me arrastró a su malsano círculo de borrachos.
-Hola, peque- lo que yo decía, perfectamente lúcido-, ¿Qué necesitas?
-Vodka. No hace falta que sea bueno, no creo que Ali note la diferencia entre aguarrás y vodka alemán.
-Pues el que nos queda se parece más a colonia que a otra cosa- silbó con admiración-, Ali debe tener un estómago de hierro.
-No tanto como el tuyo- me reí
Me pasó la botella, yo se lo agradecí como correspondía y se la hice llegar a Ali. Luego me escondí entre la arboleda. Tenía algo que hacer.
Con el regusto dulzón del Monster y la sensación de ser inmortal me acerqué a él. Se mesó el cabello castaño, largo, vetado de rubio. Yo aparecí detrás de un árbol, me apoyé sensualmente contra él, me levanté un poco la camiseta.
-¿Ya te has olvidado de mí?
Me extrañaba su comportamiento, distante. Dos semanas atrás, rechupeteaba mis labios como si no hubiera un mañana. No lo hubo, ciertamente.
Dio un respingo. Luego se me acercó, con aire taciturno, y me dio un beso suave. Yo, ávida, traté de retenerlo en un abrazo, pero él se desasió, sonriendo de forma extraña. Luego cogió su espada y se marchó corriendo, sin resuello, entre los árboles.
Inflé los carrillos como muestra de mi descontento.
Volví al concierto, donde las cosas se habían salido de madre. La gente había comenzado una auténtica pelea, y yo ya no podía más.
Se supone que una quedada de las características que fuera está diseñada para que la gente se conozca, comparta gustos poco usuales y se divierta. Las drogas y el alcohol puede ser el mejor ambiente del mundo para aquellas personas que sean partícipes de semejantes estupideces, pero no para mí. No soy de las que cargan con amigos borrachos, hace mucho que dejé ese mundo atrás.
Me despedí de mis amigos, de los de verdad, y dejé atrás el ruido, los vicios, la tentación, me sumergí en la apagada melancolía de quién espera algo que al final no ha obtenido. Me sentí realizada e inteligente en cierto sentido.
Y también un poco triste, sin motivo, mientras me alejaba en el vagón solitario de metro.

martes, 13 de marzo de 2012

By a friend .w.

Esto lo escribió uno de mis mejores amigos para mí, y le he pedido permiso para publicarlo en el Blog, con la condición de no revelar su nombre a nadie, claro. (L)
A mí quién me gusta es ella. Nadie más que ella, con sus mil caras diamantinas.
¿Lo primero que adoré? Su sonrisa. Ahora la necesito como si fuera aire para respirar. Su sonrisa, como si todo fuera perfecto un instante. Su sonrisa triste, tirante, sarcástica, torcida, distante, feliz, espontánea.
Y su aire de persona ajena. A veces tengo la sensación de que ella no pertenece a este mundo. Cuando mira el atardecer con ese aspecto melancólico, y su suave cabello rizado lanza destellos rubios y rojizos. Y cuando sus ojos castaños y brillantes adquieren esa tonalidad acaramelada que tan bien combina con sus facciones de cera, la pincelada rosácea en sus mejillas y sus labios como pétalos. Y pese a todo, siempre contesta bien, siempre tiene una buena cara para todo el mundo, mientras dibuja garabatos de gatitos en el margen de su cuaderno, surcado de palabras en idiomas que sólo ella comprende.
Ella intenta parecer dura, ahora me doy cuenta. Por su forma de erguir el mentón, de mascar chicle arrogantemente. De lucir sus pinchos y tachuelas. Y sin embargo, lo intuyo, el rosa le iría mejor... Quizás por su fragilidad. Tan...pequeña, a mis ojos. Por las pecas y los rizos rubios. y esa mirada que transmite tristeza, profundidad, y esa inteligencia tan escasa estos días.
A veces tiene los hombros hundidos y los ojos llorosos, y al perderme en ellos intuyo que debería vivir al menos cien años para comprender su dolor. Otras veces, dirige miradas furtivas a su mochila, veo asomar un libro entre los cuadernos y me pregunto si es una chica tan difícil como yo creo. Solo rosa, rosa bebé.
Creo que lo único que alcancé a comprender del todo en mi amiga son los celos. Una vez le pregunté si sabía qué se sentía. Otra vez esa mirada hueca y sombría bajo esas espesas pestañas suyas. Es como si tuviera demasiadas edades. Mitad mujer, mitad niña.
Ella asintió, sombría, y yo me pregunté quién sería capaz de resistir semejante enigma.
Y yo, ¿había tenido celos? Creo que lo preguntó por cortesía más que por auténtica curiosidad.
-Claro-respondí
Cada martes y cada jueves, cuando ese chico alto y moreno te recoge en la academia, y tú corres a abrazarle sonriendo.
Por supuesto, no lo dije en voz alta. Ella me observó como si comprendiera, y yo pensé irónicamente que tal vez la simbiosis estuviera entre sus múltiples talentos.
Febrero de 2012

Numb

¿Sabes? A veces me siento frustrada. Lo único que puedo hacer ahora mismo es escribir,y no con las más bellas florituras consigo ilustrar mínimamente lo que significas para mí. Protector como un padre, confidente como un amigo y cariñoso como un hermano.
Eres muchas cosas, pero además, significas amor y odio.
Amor...ya lo sabes, visitas mi subconsciente cada noche, estás en mi mano cada día, en mi mente cada segundo. Puedes llenarme el estómago de mariposas con una mirada de esos ojos verdes tuyos, hacer que se me forme un nudo en la garganta, dejarme sin palabras. Puedes hacerme estallar en llamas, hacer rebotar mi corazón como los solos de the Rev.
Eres odio, en parte, porque podrías hacerme llorar con una palabra, conseguir que me enfade con una opinión, dañarme con esa indiferencia cada vez que te marchas sin avisar.
y también odio lo que sientes por ella, o lo odiaba antes, pero aún así forma parte de ti, y yo debo entenderlo y respetarlo, o no seré fiel a mi corazón. Era tan asquerosamente egoísta que no podía alegrarme de que fueras feliz. Sin embargo, ahora no quiero otra cosa, y es que ya te he visto sufrir por su causa, y es como ver morir a una estrella. Ya ves, ódiame si quieres.
¿Por qué te digo todo esto? Porque te quiero, y hace casi quince meses que me enamoraste, ¿Lo sabes?

Common.

Como todas las mañanas de mi anodina existencia, iba de camino a clase. A las ocho de la mañana, el cielo se había convertido en un manto gris ceniza propio de la salida del sol. Sentía agujetas en los gemelos, a raíz de la clase de Educación Física de la mañana anterior. La luz creciente y mortecina no alumbraba más que el tenue halo amarillento procedente de las destartaladas farolas. Los coches zumbaban a mi lado. Mis pasos resonaban en el silencio. Era consciente de ello, como lo era del color soso y apagado de mis ojos, la lividez cenicienta y casi cetrina de mi piel o la carencia de belleza en general en mi forma de ser. El trino de las aves amaneciendo. Una Alondra surcando el cielo fugazmente. Las voces quedas de los escasos viandantes, todos ellos adolescentes o las nubes color petróleo formaban ya parte del paisaje urbano. El penetrante olor de la gasolina me obstruía las fosas nasales y se me pegaba al paladar con un regusto agrio. La música era lo único que me impedía enloquecer en aquel paraíso de gris desvaído y maquinaria infernal.
Me dirigía con rapidez al decrépito y casi arrumbado edificio que constituía 1440 horas al año aproximadamente de mi vida. Un colegio de cierto prestigio, a priori, el cual me permito cuestionar.
El tiempo y el óxido habían hecho mella en el centro. Su dobre puerta de hierro, su fachada "blanca", y en todas sus obsoletas instalaciones. Un largo y angosto pasillo pobremente asfaltado, flanqueado de altos cipreses sin podar y decorado con un laberinto de forma oval pintado de colores ya mustios. Las losetas estaban surcadas de grietas, despegadas en algunas zonas. El aire estaba saturado de un fino polvillo, albero, que se adhería a la ropa y a la piel. Cuando hacía viento, lo mejor es cubrirse la cabeza con una maya, o acabas masticando arena.
Ahí estaba yo con mi inocente pensamiento sarcástico e inmaduro, imaginando largas siestas veraniegas, camisetas de tirantes y shorts. Nunca fui partidaria, sino más bien reticente del calor, y sin embargo me asemejaba a un saco de patatas con más capas que una cebolla.
Felizmente triste, autocompadeciéndome y enamorada hasta de las piedras.
Ay de mí.
Aquella mañana no pasó nada digno de relatar. Simplemente llevo con la vena escritora picajosa varios días, y tengo esto un poco abandonado.
Si en algo se me puede considerar responsable alguna vez, es en los estudios, la verdad. Entrego todos mis trabajos y deberes realizados con esmero, aunque sé que podría estudiar más para los exámenes y mejorar mis resultados. Siempre he estado avocada a la escritura, dicen muchos. Esto no se debe a mi "magnífica" (véase el sarcasmo) capacidad para construir frases correctamente, sino a mi buen uso de un vocabulario bien surtido. No en vano nací casi sabiendo leer. Llevo con un libro sobre las rodillas desde que tengo uso de conciencia. La verdad es que es mi pasión, enredar y perderme en una buena historia, disfrutar y sufrir con ella. ¿Y ahora? Hablo un inglés más o menos fluido, con buena pronunciación y acento neutro. Es el idioma que mejor se me da, y pese a mi escaso vocabulario de estudiante de secundaria en un colegio un poco deficiente, no tengo mal dominio. Construyo muy bien las frases, y de hecho, estoy mejorando mi capacidad en una academia privada de inglés, tres horas a la semana.
Un gran sueño, una enorme oportunidad.
Así que llegó la clase de naturales, y como la rubia y angloparlante profesora estaba de excursión con su tutoría, aproveché para despejar la mente escribiendo todo lo que pasara por ella. Resultó un ejercicio de lo más interesante, ya véis, mis queridos lectores, surgió esto...

martes, 6 de marzo de 2012

Smile.


No se lloran por estas tonterías.
Razónalo, venga. Si ya sabes el por qué de su comportamiento, ¿Por qué lloras? Porque te ha hecho daño, eso es cierto. Pero, ¿Acaso va a ayudarte? Tienes amigos maravillosos, tienes a gente que te quiere un montón, ¿Qué problema hay? él no sabe nada de ti. No sabe qué sientes ni dejas de sentir. No es nadie para opinar. Es cuestión de tiempo que te olvides de él. Dejó pasar su oportunidad.
¿No es más fácil si solo dejamos de pensar en ello, y lo vemos todo de mil colores? ¿No es más fácil si miramos al cielo al despertarnos y sonreímos?
Todo es más bonito cuando se mira al vaso medio lleno. Todo es más bonito cuando es de muchos colores, llamativo, provocativo, como una bocanada de aire fresco.
Todo es más bonito cuando lo imagino a mi manera.
¿De verdad me estaba comiendo la cabeza...por eso?

lunes, 5 de marzo de 2012

It's not fair


Estaba siendo un buen día, dejando de lado el hecho irremediable de que era lunes y de que acababa de hacer un examen. Ya me habían dado algunas notas, que no eran malas, aunque tampoco brillantes. Dentro de la media, me imagino. Y aún tengo fresco el fin de semana, reírme, tirarme sobre el césped, comer chuches, sentarme junto al fuego, ponerme de puntillas y besarle...
Supongo que todo iba bien. Hasta que salí del examen de lengua. Estaba dudosa, sumida en mis cavilaciones, rebuscando en mis bolsillos en pos de mis auriculares extraviados. Un rostro grande de facciones marcadamente sudamericanas estaba a un palmo de mí. A su lado, algo más bajita y con una dulce y tímida sonrisa que contrastaba con el look heavy, Carmen. Yo tenía el cerebro tremendamente embotado. Algo me espetaron entre las dos sobre un colmillo y rollos, y estar o no buena...Yo comprendí solo a medias, y lo que entendí no me gustó nada. Así que me largué de las escena echando humo, cabreada y con los ojos anegados sin motivo. Alejándome hacia la clase de matemáticas sentí un par de ojos sobre mi espalda. No me gustó nada. Sufrí un colapso. Ya basta, me dije, me dejé caer sobre el banco de fría piedra y dos lágrimas escaparon a mis ojos. Las palabras rebotaban enfebrecidas por mi mente. Estima...caer muy bajo...Cris...Rollo...Liarse...
Por primera vez en muchísimo tiempo y de forma deliberada me evadí de la clase, hablando sólo cuando me hacían una pregunta directa, ya por parte de la profesora o de mi pobre compañera, que debe ser tonta si no se ha percatado de la hostilidad que emanaba de mis ojos.
¿Estaba enfadada quizás? ¿Desilusionada, o solo dolida? puede que un poco de todo. Pero ya estaba vacía de todo sentimiento cuando bajé las escaleras. Me encontré con mi amiga de nuevo. Me explicó que Carmen se sentía mal por cómo me marché, y con razón, pero yo no estaba para nada y traté de irme de nuevo. Naya me retuvo y me lo explicó todo con detalle, lo cual no contribuyó demasiado a mejorar mi humor. Al principio, me enfadé aún más con él, quería arrancarle ese pelo suyo de gitano a mordiscos, pero sin saber cómo acabé enrabietada entre los brazos de Naya, que me consolaba de un mal que nunca debió existir...
Los "Es un gilipollas" se sucedieron. No me dejaron sola hasta que tuve que tomar la bifurcación más cercana a mi casa. Tenía tanto miedo de quedarme a solas con mis pensamientos que saqué el reproductor de música y me puse a escuchar Avenged, nuestro grupo, y a evocar sus ojos verdes y su sonrisa inocente. Casi sentí que mi corazón salía volando una vez más. Dear God. Traté de sonreír recordando nuestras conversaciones. Y casi funcionó, hasta que llegué a mi calle y le vi. Sentí ese cosquilleo en el puente de la nariz y los ojos llenarse de lágrimas. Los hurté a su mirada inquisitiva y huí al interior de mi casa.
Me has hecho mucho daño hoy. Eso sólo demuestra que yo tenía razón, que cuanto menos me aproxime a la gente menos daño me harán, da igual cuántas cosas buenas me pierda. Pero no pienso cambiar, no ahora que me estoy esforzando tanto por ser yo misma, por mirarlo todo con otros ojos, sonrisas y buen humor. Me estoy esforzando en estar conforme conmigo misma, y tú tiras por tierra todos mis avances, como si pisoteases hormigas sin darte cuenta.
Que seas precisamente tú quien diga esas cosas es lo que más me molesta, ¿sabes? Porque has destrozado tu vida, y eres un crío, y yo no hice nada, y sin embargo opinas de mi vida privada como si cualquier cosa. Si te molesta lo que haga o deje de hacer, me gustaría que me lo dijeras a la cara la próxima vez.
¿Quién cae más bajo ahora? ¿No serás tú, que con apenas dieciséis años no puedes dejar de fumar? ¿No serás tú que te emborrachas cada fin de semana? Otro que se cree mucho y no llega a nada.
Piensa un poco antes de hablar tan a la ligera, antes de hacer daño. Pienso que no es justo, la verdad. Aunque puede que lo merezca, como decía Julieta Venegas...