martes, 31 de octubre de 2017

Unaccomplished duties.

Acabo de comprender que si quiero aguantar los próximos tres meses en Japón y que mi salud mental esté en condiciones razonables, me tiene que sudar tanto mi educación como a ellos se la suda la suya. De otra forma, no sé qué va a ser de mí.

Poemas de guerra de Kim Jong Han.

Desde aquel día,
el mar nos perteneció
y nosotros pertenecimos al mar.

Caminando por el camino,
el sonido del mar se percibe
desde lo alto de los árboles nuevos

Sorbiendo la sopa de miso,
escuché el rugir de los mares dentro.

Desde aquel día,
en esta península
El Sistema Naval Especial de Voluntarios se impuso.

Desde aquel día,
el mar nos perteneció.

Views, 紅葉 and rules on a lazy wednesday morning.

Hoy, he escogido un buen lugar para sentarme. Mientras escribo, no miro el ordenador, sino el paisaje que se extiende tras los grandes ventanales del Kaede Lounge: veo un cielo celeste que se apaga en el horizonte, como si fueran las cinco de la tarde y no las once de la mañana. Una cúpula salpicada de jirones de nubes grises que no parecen sino rastrilladas por un viento invisible que no altera los árboles.
Los árboles son lo mejor de esta vista, balanceándose perezosamente crean sombras amarillas, anaranjadas y rojizas, agitadas por los gorriones que van y vienen en esta mañana sorprendentemente despejada. Algunos árboles son rojos como una llamarada por fuera y verdes según se hacen más frondosos, cerca del tronco. Proporcionan largas sombras a la hierba verde, tostada por las hojas caídas y ramas secas. Y mientras, por aquí y por allá, bancos de madera verdosa y aún húmeda de las lluvias de los días - meses - pasados, arcos de hierro invadido por enredaderas salvajes, cobijando mesitas blancas que ya nadie usa y que me hacen pensar en té y pastas.

Una visión solo estropeada por edificios de corte moderno aquí y allá que me recuerdan en su estética dónde estoy, descifrando ociosamente las normas de uso de la mesa que estoy usando, procrastinando en esa lectura aburrida que debería haber hecho ayer...

Nací en el Atlántico.

Si un día para mi mal viene a buscarme la Parca,
empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal desguace sus alas blancas.

Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo.

domingo, 29 de octubre de 2017

Dreaming in silver and gold...

Tengo el corazón roto de echarte de menos, de soñar contigo, de buscarte a mi lado en las sábanas frías.
Así que he aprendido que nunca se sabe qué es lo que pasará, porque podríamos perderlo todo en un parpadeo. Por eso he decidido amarte como si fuera a perderte, abrazarte siempre como si me estuviera despidiendo de ti y no dar por sentado que estaremos juntos siempre. Jamás sabremos cuándo se nos puede acabar el tiempo para adorarnos con los ojos, cogernos de las manos



martes, 24 de octubre de 2017

Surrounded by geniuses.

No dejo de pensar en una reflexión que abre un capítulo de una serie que vi hace mucho tiempo. "Si tienes una habilidad, a los cinco años eres un genio. A los diez, increíble. A los quince, quizá aún puedas sorprender; pero a los veinte eres simplemente mediocre."

¿Es eso lo que me ha venido frustrando en los últimos tiempos? ¿el ataque indiscreto de la mediocridad? He crecido sabiendo que, de alguna manera, podía impresionar a las personas que estaban a mi alrededor. He evolucionado bajo expectativas ajenas de que algún día haría cosas que la mayoría no podría alcanzar y comprender. hasta ahora siempre me he adaptado a esos moldes de chica brillante que me impusieron desde que comencé a leer y escribir más y mejor que el resto, a hablar idiomas más rápidamente y adquirir conocimientos más deprisa que el resto. El sistema, mis profesores y familiares han estado siempre orgullosos; aunque mis compañeros a menudo me ignorasen, envidiasen o insultasen (cuando no trataran de aprovecharse de mi trabajo)

He crecido con una conciencia muy japonesa impuesta por mi familia: el trabajo es esencial para lograr cualquier cosa en la vida. Así que yo no hablaría de don o habilidad, o si lo hiciera, quizá me refiriese a mi propia habilidad como la capacidad de trabajar más intensamente que el resto.

¿Cuándo dejé de impresionar a los demás? ¿cuándo dejé de ser la persona que mejor realizara cualquier tarea, que hiciera las preguntas más agudas, que tuviera las ideas más inteligentes? ¿la que leía los libros más largos y complicados, tenía mejor vocabulario? ¿me volví mediocre cuando salí de mi burbuja y me uní a un mundo más amplio y diverso?

Y, sobre todo...¿qué me hace especial ahora?

Same old struggles.

A veces me siento condenada a repetir los mismos errores una y otra vez. Especialmente cuando me miro al espejo y los pantalones se me arrugan de forma extraña en los muslos y me quedan grandes en torno a la cintura. Entonces, siempre empiezo con el mismo patrón de comportamiento, los mismos pensamientos, la misma frustración intercalada con enfermizo bienestar.
Así que ahí estoy, odiándome y queriéndome a ratos, la misma vieja historia de complejos, de modas, de miedos, de inseguridad y hambre.