Me ha llevado muchos años, pero al final he entendido que lo que estaba buscando de verdad, eso que no había encontrado en nadie hasta hace tres años, se llama intimidad.
Las personas como yo, que no tenemos muchos amigos ni familia y desconfiamos de la gente por naturaleza, tenemos muchos problemas a la hora de desarrollar confianza con las personas; por eso cuando te encontré fue una auténtica catársis.
Hallé..., un confidente. Alguien que sabe lo que jamás le contaría a nadie más. Alguien que sabe leer mis heridas, las que se ven y las que no. Alguien delante de quien no me avergüenza tanto llorar, desnudarme, mostrarme sin maquillaje, ir despeinada o incluso comer. Encontré a una persona que besara lo más feo que tengo, que abriera sus emociones a mí sin repartos para demostrarme así que podía confiar en él, una persona a la que dejaría tocarme donde nadie más puede.
Eres tú, quien me calienta el alma. Tú, que me dices que ibas a morir solo, que me abrazas y me acaricias durante horas porque no puedo dormir, porque me dan miedo mis recuerdos. Tú, que me enjabonas la espalda con amor, que te tragas mis bajones y mis penas y mis ataques de pánico sin decir en voz alta todas esas cosas que sé que te dan miedo y angustia. Mi niño, que eres de acero, pero me envuelves con una calidez desconocida. Tan suave, tan tierno, tan duro, tan fuerte, tan bueno, tan todo, tan mío. Tú, que no me has abandonado a pesar de los vaivenes de mi humor, aunque pase más tiempo triste que feliz, aunque te haga sufrir. Tú, que aún tienes palabras para agradecerme las pocas cosas buenas que he hecho en la vida.
Me parte el corazón pensar en quién podría no amarte. ¿Solo, tú? no mientras yo viva. He convertido en mi misión personal acurrucarme a tu lado por las noches, animarte, alimentarte, velar por tu salud y tu bienestar cada día de mi vida, darte tus caprichitos...; al menos hasta que sea muy, muy viejita y abandone esta vida, antes que tú, sí, porque soy así de egoísta y prefiero esperarte donde sea que vayamos después a verte marchar primero y vivir un solo día sin ti. Me has dado motivos para quedarme, motivos para tirar hacia adelante con lo que sea que me encuentre en el camino, una muy buena razón para seguir viviendo un día más, una semana más, un mes más, un año más; soñando con todas esas cosas que nos quedan por hacer juntos.
Como tocar tu cara dormida todas las mañanas y preguntarme por qué la perfección no lleva tu nombre.
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