Hoy es una de esas noches en que me alegro de poder escribir mi blog desde el móvil (y de que casi nadie lo lea).
Después de casi un mes, Eddie me ha hablado por Twitter. Y yo que pensaba que estaba bien sin él, aunque le llamase con frecuencia solo para oír su buzón de voz de Vodafone...
Ha sido un proceso de histeria del que me avergüenzo. Dios, como echo de menos tener mi propia habitación en la que tener un ataque adolescente. La cuestión es que he caído en el desengaño como dos veces esta noche. La primera, cuando me he dado cuenta de que sigo firme y estúpidamente enamorada de él. La segunda, cuando he recordado que a pesar de sus infinitos gestos bonitos sigue teniendo una novia que (¡sorpresa!) no soy yo. Y entonces a mis sonrisas brillantes y coloradas y enormes les han sobrevenido más lágrimas que gotas hay en las cataratas del Niágara. No solo porque no me quiera románticamente hablando, dado que sé de buena tinta que puedo vivir sin eso mientras esté a su lado; sino por mí misma. Por todo lo que he pasado por quererle, animarle en sus bajonas, aguantar que siempre le gustara otra que no seré nunca yo. Y todo este mes de inseguridad, llorando, echándole de menos. Y antes de él fue Dani, y sé que nadie nunca podrá superar eso, ese amor tan infinito, tan radiante.
Y tendré que guardarme todos los gritos y golpes que quiero dar, porque nadie quiere oírlo, ni yo quiero humillarme más enseñando mis heridas en carne viva. Solo quiero tranquilidad, un borrón y cuenta nueva en mi corazón y en mi alma, una noche de sueño pacífico. Y mi habitación de vuelta, también.
domingo, 1 de junio de 2014
Tonight is the night.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario