No sé a quién quiero engañar si cada vez que algo me recuerda a ti se me parte el corazón.
No sé cómo pretendo vivir sin ti ahora, si nunca antes he podido.
Parece que no te importe,
Pero yo no puedo respirar,
como si me faltara algo,
mis pulmones, tú, quien sabe.
Quizá eres tú quien ha sido mi oxígeno,
desde que me sostuviste,
desde que colocaste tu pequeño pie bajo la rueda de mi carro para mecerme
desde que me acogiste en tu cama en las noches de insomnios y en tus brazos en las de pena.
Desde que ya no tengo eso, ya no puedo respirar.
Ya no puedo llorar.
¿Y qué hago?
Si es que ya no me siento viva.