lunes, 29 de mayo de 2023
Pecados
domingo, 7 de mayo de 2023
Estulticia.
Sus aguas límpidas, sus dunas, sus dunas blancas de grano grueso, cielos despejados y un sol de justicia. Playas vacías y yo sola en ese agua fresca y deliciosa, salada y acogedora, arremolinándose contra mis tobillos con la fuerza de la marea ascendente.
La perra corre, mojada, pelota arriba, pelota abajo. Diego me observa sentado desde la arena. Mi familia.
Y hoy, ni este hogar improvisado sin techo ni paredes, ni esta calma, ni esta luz me calman.
domingo, 30 de abril de 2023
@ polisía
Qué puñetera la necesidad de caer en el zamarreo, en el jalón fuera de la zona de confort, para valorar esa relativa calma de la que he gozado los últimos meses. Ahora me tiran de la alfombra bajo los pies nuevamente, es hora de otro reto, otro castigo, otro problema..., o quizá, quién sabe, una oportunidad. Que no me apetece nada afrontarla es una realidad, que no me queda más remedio, otra.
Se siente como un paso atrás en mi vida, y estoy asustada. No sé cómo afrontar esto. No me gustan la incertidumbre, el descontrol o la duda.
viernes, 28 de abril de 2023
Malosi
Si me dieran un euro por cada vez que he escuchado decir que soy fría, mala, poco empática o que no tengo corazón, creo que habría amasado una suma considerable a estas alturas de mi vida. Duele infinitamente más cuando viene de la gente a la que quiero, claro, porque parece que no valoran mi forma de querer y cuidar.
Ayer él me lo dijo, de broma, según sostiene. No esperaba escucharlo nunca de sus labios. Podría haberme llamado malosi, o alguno de esos motes tontos y ñoños que nos gastamos, pero eligió decirme que no tengo corazón; yo acusé el mazazo con dos lagrimones y lo que sea que tengo en el pecho se sintió resquebrajar en mil pedazos.
No pude dormir, no pude abrazarle, solo recuerdo la agitación de las pesadillas. Medio dormido, me dio las gracias por entenderle, por comprender que solo había sido una broma, y yo me mordí la lengua y me tragué las ganas de decirle que yo no entendía nada más que mi propia pena.
martes, 25 de abril de 2023
Lluvia.
lunes, 24 de abril de 2023
Kriptonita.
Creo que siempre he tenido una relación cuestionable con el sexo masculino. Mirando hacia atrás, creo que he predispuesto siempre el camino perfecto con mi precocidad para las expectativas frustradas y el arrepentimiento.
Mi primer beso fue en un sitio raro, expuesto. Incómodo, con los chismes del cole colgando por todas partes, asfixiada de inseguridad. Fue con alguien que no es que me gustara, pero me daba la validación que yo buscaba. Hoy, él es un yonqui que se dedica a las estafas piramidales y tiene relaciones múltiples con mujeres muchísimo más jóvenes que él, entre ellas, la madre de su recién nacido. Todo con él fue siempre sórdido, sucio y violento. En la adolescencia, esa era mi kriptonita.
Recuerdo verme acorralada contra la pared por un hombre veinte años mayor que yo que había conocido por internet. Estaba asustada. Era especialista en alejar a la gente buena de mi lado, me aburría, o eso decía. No sé, me hacían sentir que no estaba a la altura, que no era buena, que no era suficiente. Mi primera relación sexual no fue consensuada y llegué a pensar que me lo había ganado a pulso.
Mi ex también hacía eso conmigo: hacerme sentir menos. Yo lo compensaba ofreciéndole partes de mí que entendía menos sucias, menos usadas, más puras. Porque él lo hacía todo desde el amor, y de mí se preguntaba la gente qué polla no me conocía. Era un rumor, claro: yo no soy así. No es que haya nada malo en serlo o dejarlo de ser, pero, en mi caso..., pues no lo era. No lo soy. También esos daños pensé que me los merecía, al fin y al cabo, era el precio a pagar por darle algo nuevo, algo que fuera solo para él.
Desde esta óptica recién aprendida a la que llaman compasión estoy reaprendiendo a mirarme con otros ojos. Ahora veo a esa niña necesitada de casito y validación y me dan ganas de abrazarla. No cambiaría nada, porque soy como soy por ella, pero por primera vez no la culpo y tampoco me da asco. Espero que pueda perdonarme lo dura que he sido con ella... conmigo.
Influencer
El cambio está en mí, puedo sentirlo corriendo por mis venas. Objetivos nuevos me impulsan bajo la luz de un nuevo día; ya no le temo a nada y estoy a medio pelo de convertirme en una de esas poetisas modernas de Instagram cuyo encanto recae en saber pulsar el enter del teclado aleatoriamente y saltarse las mayúsculas a boleo.
Así, como una brisa
de vida
incierta bajo una nueva luz