martes, 26 de julio de 2022

Sweat and greasy food

     Cuando menos me lo espero, la audiencia desaparece y el sonido llega como a través del agua, opaco y turbio. Sin saber por qué, no pude apartar la mirada de la postura familiar del bajista: encorvado sobre el instrumento, sujetando el mástil con el brazo izquierdo, los dedos índice y corazón de la mano derecha como una garra lacia sobre las cuerdas. 

Aunque no se parece en nada a nadie que conozca, la escena me transporta a otra época, otro lugar, otros olores, otras personas y otros sentimientos. Respiro profundamente el olor a sudor y comida grasienta, quizá sea lo único que el recuerdo y el presente tengan en común. Hay un eco de aquella admiración en mi pecho, sin saber dónde posarse, sin encontrar destinatario.

Y justo cuando sentía que ya no había nada que pudiera doler ni siquiera un poquito, un músico aleatorio de un bolo casual me devuelve, de una bofetada, a un concierto cutre en un escenario destartalado de Los Rosales, en el verano de mis 18 años.

domingo, 24 de julio de 2022

Faulty forgiveness.

      Me ha pasado muchas veces. Prácticamente toda mi vida, en realidad, con casi todo el mundo; ya no sé si puedo seguir dándole vueltas a lo que pasa, a los qués, cómos, cuándos y dóndes de la vida. A si soy yo o son los demás, a lo que podría cambiar, a lo que he hecho mal; ya no puedo detenerme más en los pormenores porque no tengo energía para seguir sintiéndome sola, culpable y defectuosa. Quizá es un buen punto de partida para empezar a abrazar la soledad, que nunca me había molestado y no creo que comience a hacerlo ahora.

Con esto no quiero decir que vaya a cerrarme a absolutamente nada; No pasa nada por querer vínculos sanos con otras personas, por querer tomarme unas copas con unas amigas una noche perezosa de verano. Tampoco puedo obligar a nadie a que quiera estar conmigo: solo puedo esperar a que llegue alguien que quiera. Como dice mi hermana: más vale sola que mal acompañada. Mientras, es un buen momento para aprender a aceptar la situación y perdonar.

Siempre consideré que era una tontería perdonar a quien nos había dañado, pero a la luz de los recientes acontecimientos, tiene algo de liberador. Algo de egoísta, incluso. Hay una paz muy nueva - y muy frágil aún - en ser capaz de abandonar la pena y el resentimiento, de quitarse la piedra de encima y pasar página. Hoy elijo no arrastrar sufrimiento por lo que otros han hecho (o por lo que no). 

Por mi bienestar, hoy perdono..., pero no olvido.

martes, 5 de julio de 2022

Exigencias.

     El cuerpo me suplica que pare y yo no le escucho. Mi mente parece inflamarse, como un ente físico, dentro de mi cráneo, pero yo la ignoro. Me duele el pecho al respirar y, sin embargo, me esfuerzo por pensar en otra cosa.

Es cruel, pero no tengo más remedio. O quizá esto solo es una excusa barata y sí que tengo todo el remedio del mundo, pero no me da la gana poner límites..., sí, quizá eso se acerque más a la realidad.

Me aferro a las definiciones y los símiles porque siempre me hacen sentir mejor.

Correr con una pierna rota.

jueves, 30 de junio de 2022

what's the appeal?

     En la situación más bizarra de la historia de las situaciones bizarras, me vi tomando cerveza con un montón de gente a la que solo había visto sudando sobre bicicletas estáticas y cuyos nombres, en el mejor de los casos, mezclaba entre sí. 

Mi vecino se había pasado bebiendo, o eso aducía él, y me contaba escabrosas batallitas sexuales desde el asiento a mi derecha porque "todos tenemos ojos e imaginación". Yo le di la razón calladamente porque sabía que no llegaríamos a un acuerdo, pero lo cierto es que no lo comprendía. Cómo alguien puede decirse locamente enamorado de una persona y admitir que se masturbaría pensando en correrse en la boca de otra a la que encuentre atractiva. 

Quizá sea que estoy mal, rota, que no tengo el deseo sexual bien o no siento las cosas como debiera sentirlas..., pero lo cierto es que estoy intentando imaginármelo y no consigo crear una imagen agradable. He escogido a personas que me parecen atractivas, he intentado recrear una imagen romántica o sensual en mi cabeza y lo único que ocurre es que acabo viendo a mi marido en todas mis "fantasías". Si no, si me esfuerzo en centrarme en un rostro o en un cuerpo ajeno, tengo que reconocer que la idea no me pone nada. En el peor de los casos, me resulta desagradable, grotesca. Me conozco, me sentiría tan insegura y triste que al primer beso sentiría ganas de llorar y de salir corriendo; a lo máximo que llego sin sentirme incómoda es a imaginarme abrazando a alguien en el "después", a alguien a quien me guste abrazar de normal y con quien no me sintiera tan rana.

Y eso es así. Me gusta mi atrofia mental, al menos ahora. Pienso en las manos de Diego, en su olor o en sus besos lentos y mi cuerpo responde al instante con manifestaciones físicas de deseo..., así que tengo que contenerme, porque son las tres de la mañana y mi niño necesita dormir. Tengo toda la vida para soñar y él para hacer realidad mis sueños.

miércoles, 29 de junio de 2022

Como sal.

     Hoy te encuentro un poco como el mar, ese ente natural y abstracto del que la humanidad se enamoró tan pronto como puso los ojos en él. Tan retratado, descrito, cantado, fotografiado y admirado, el mar. Pero no solo él, sino la vida que tiene lugar en sus orillas, las vacaciones familiares, los paseos a solas o las tardes de pesca. El mar en sus amaneceres, en sus atardeceres, en las tormentas de verano, el mar bajo una lluvia de estrellas fugares o alumbrado por los rayos cegadores de un sol de mediodía en verano. 

El encanto del mar es inefable, como tú. Indescriptible como el sabor de la sal, que lo potencia todo a su paso. No es tu apariencia ni tu personalidad, no son tus caricias sino un conjunto de todo; y yo, que siempre que me pierdo busco el horizonte brumoso y el olor a salitre, me agarro al océano que me acompañó en mi infancia y me sueño en los recuerdos que albergan tus orillas, mi amor...

martes, 28 de junio de 2022

Forgiveness.

    En ese momento, todas las emociones del mundo parecieron pesar como losas de toneladas de grosor. Las que había sabido expresar en terapia y las que no, las que llevaban 25 años cociéndose a fuego lento entre los abanicos y las capas de mi alma y las que eran tan nuevas como las tiernas hojitas blanquecinas del poto de la cocina; pero, especialmente, las emociones vulgares y oscuras teñidas de la frustración de las palabras mal dichas, de mas ideas mal expresadas y de las intenciones dañinas.

Él me abrazó y yo me quedé rígida, intentando soportar tanto peso sobre los huesos, pero rompiéndome. Conste en acta que todo lo que yo quería era devolverle ese abrazo y sentirme en casa, pero opté por los "no lo sé", por los silencios incómodos y por clavarme las uñas en las palmas de las manos. ¿No supe, o no quise hacerlo de otra manera? quizá el mundo de los sentimientos sigue muy verde para esta lengua mía que es muy torpe, muy joven, muy desagradable, muy intrépida, muy inmadura. Quizá estoy mejor calladita. Quizá él sigue teniendo razón después de todo y no puedo evitar ese impulso innato mío de hacer sentir mal a los demás, que es lo que mejor se me da.

Fingí estar mejor cuando una noche apabullantemente estrellada aplastó el calor húmedo que había coronado el resto de la jornada, pero lo cierto es que he decidido estar sola esta noche. Ni marido, ni gata, ni sueño, ni abrazo, ni amor. Sola para saborear toda esta amargura que sé que me merezco. Sola para asumir la ristra de certezas de sentirme tan como Ella, tan mezquina, tan egoísta, tan cínica, tan cruel, tan hiriente, tan malvada. Es agotador dejar de luchar y dar por cierto todo lo que alguien asumió de ti en el fracaso de los sueños rotos. Es agotador rendirse. No libera, no alivia. Es momento de aceptar que el mal también forma parte de mí.

Al final, en algún momento de la noche, me perdoné y me concedí un abrazo, uno solo y me marcharía. Su piel olía a hogar, su calor bastó para que esa persona parezca ajena, lejana como un sueño, como una vieja conocida. Puede curar cualquier cosa cuando me intuye cerca y me busca, como perdonándome él también sin saberlo.

domingo, 26 de junio de 2022

Never stop listening to our songs, will you?

     Conduciendo hacia Ayamonte y escuchando una lista de reproducción de popurrí de cosas semi olvidadas, empieza a sonar aquella canción con la que hace un par de años lloré tantísimo el final de una relación que, aunque no duró tanto como parecía entonces, se sintió doler toda una vida. Llevaba desde entonces cuidadosamente enterrada entre música más fácil de escuchar.

El corazón se me pone alerta, listo para doler en cualquier momento, pero la canción llega al segundo estribillo y, aunque tengo un nudito agridulce en la garganta, todo está bien. Yo estoy bien. Y me relajo.

Entonces me acuerdo de cómo una noche bajo una cúpula purpúrea donde las estrellas pasaban como fogonazos sin rozarnos, hablamos precisamente sobre lo que se sentía cuando volvías a escuchar una canción que te había acompañado en tu dolor. Yo, que ya me olía lo que se nos venía encima y lloraba sin saber por qué, pensé en ese momento que yo no quería que él me doliera en ninguna canción.

Pero de vuelta a mi coche recalentado, a mi equipaje desordenado y a mi escaso sentido del ritmo y la musicalidad, aquella tarde no pude evitar sonreír un poquito por dentro pensando en la de vueltas que ha dado la vida. La canción termina con mi pensamiento, dulce y fugaz, y sin haber dolido ni un poquito.