domingo, 30 de abril de 2023

@ polisía

     Qué puñetera la necesidad de caer en el zamarreo, en el jalón fuera de la zona de confort, para valorar esa relativa calma de la que he gozado los últimos meses. Ahora me tiran de la alfombra bajo los pies nuevamente, es hora de otro reto, otro castigo, otro problema..., o quizá, quién sabe, una oportunidad. Que no me apetece nada afrontarla es una realidad, que no me queda más remedio, otra.

Se siente como un paso atrás en mi vida, y estoy asustada. No sé cómo afrontar esto. No me gustan la incertidumbre, el descontrol o la duda.

viernes, 28 de abril de 2023

Malosi

     Si me dieran un euro por cada vez que he escuchado decir que soy fría, mala, poco empática o que no tengo corazón, creo que habría amasado una suma considerable a estas alturas de mi vida. Duele infinitamente más cuando viene de la gente a la que quiero, claro, porque parece que no valoran mi forma de querer y cuidar.

Ayer él me lo dijo, de broma, según sostiene. No esperaba escucharlo nunca de sus labios. Podría haberme llamado malosi, o alguno de esos motes tontos y ñoños que nos gastamos, pero eligió decirme que no tengo corazón; yo acusé el mazazo con dos lagrimones y lo que sea que tengo en el pecho se sintió resquebrajar en mil pedazos.

No pude dormir, no pude abrazarle, solo recuerdo la agitación de las pesadillas. Medio dormido, me dio las gracias por entenderle, por comprender que solo había sido una broma, y yo me mordí la lengua y me tragué las ganas de decirle que yo no entendía nada más que mi propia pena.

martes, 25 de abril de 2023

Lluvia.

Cuando nos conocimos, éramos adolescentes. Con la fiebre típica de esa edad, no tuve jamás ni la más remota intención o expectativa de estar con otra persona.

Pero, un día, las cosas cambian. Y se acabó.

Mentiría si dijera que ya no duele, aunque sea solo un poco y a veces. Es como un hueso roto que ya se ha curado, pero que aún molesta en los días fríos de lluvia.

lunes, 24 de abril de 2023

Kriptonita.

     Creo que siempre he tenido una relación cuestionable con el sexo masculino. Mirando hacia atrás, creo que he predispuesto siempre el camino perfecto con mi precocidad para las expectativas frustradas y el arrepentimiento.

    Mi primer beso fue en un sitio raro, expuesto. Incómodo, con los chismes del cole colgando por todas partes, asfixiada de inseguridad. Fue con alguien que no es que me gustara, pero me daba la validación que yo buscaba. Hoy, él es un yonqui que se dedica a las estafas piramidales y tiene relaciones múltiples con mujeres muchísimo más jóvenes que él, entre ellas, la madre de su recién nacido. Todo con él fue siempre sórdido, sucio y violento. En la adolescencia, esa era mi kriptonita.


    Recuerdo verme acorralada contra la pared por un hombre veinte años mayor que yo que había conocido por internet. Estaba asustada. Era especialista en alejar a la gente buena de mi lado, me aburría, o eso decía. No sé, me hacían sentir que no estaba a la altura, que no era buena, que no era suficiente.  Mi primera relación sexual no fue consensuada y llegué a pensar que me lo había ganado a pulso.

    Mi ex también hacía eso conmigo: hacerme sentir menos. Yo lo compensaba ofreciéndole partes de mí que entendía menos sucias, menos usadas, más puras. Porque él lo hacía todo desde el amor, y de mí se preguntaba la gente qué polla no me conocía. Era un rumor, claro: yo no soy así. No es que haya nada malo en serlo o dejarlo de ser, pero, en mi caso..., pues no lo era. No lo soy. También esos daños pensé que me los merecía, al fin y al cabo, era el precio a pagar por darle algo nuevo, algo que fuera solo para él.


    Desde esta óptica recién aprendida a la que llaman compasión estoy reaprendiendo a mirarme con otros ojos. Ahora veo a esa niña necesitada de casito y validación y me dan ganas de abrazarla. No cambiaría nada, porque soy como soy por ella, pero por primera vez no la culpo y tampoco me da asco. Espero que pueda perdonarme lo dura que he sido con ella... conmigo.

Influencer

     El cambio está en mí, puedo sentirlo corriendo por mis venas. Objetivos nuevos me impulsan bajo la luz de un nuevo día; ya no le temo a nada y estoy a medio pelo de convertirme en una de esas poetisas modernas de Instagram cuyo encanto recae en saber pulsar el enter del teclado aleatoriamente y saltarse las mayúsculas a boleo.


Así, como una brisa

de vida

incierta bajo una nueva luz

lunes, 10 de abril de 2023

Cantera.

     Fátima dice que el sufrimiento se elige, mientras que el dolor, no. El dolor está ahí y no es más que una respuesta a un golpe, a un daño; pero yo tengo el poder de elegir no hurgar en esa herida abierta. No regodearme es una elección. No ser la víctima, es una elección. Hacer o dejar de hacer también lo es.


Ahora elijo no ser proactiva... y eso está bien. Como decían los Canteros de Los Simpson: lo mío, pa' mí.

jueves, 6 de abril de 2023

Memoria.

     Vine buscando paz y silencio y me encontré abrumada por el trino de los pájaros entre millares de jaras que llenan con su aroma de romero y marisma las colinas de estos montes sembrados de altos pinares olorosos a primavera y vida. Vida que explota desde el sotobosque inquieto al zumbido de las nubes de moscas y abejas y al aleteo que se sucede de conífera en conífera y al crujido de la arena del camino bajo mis botines manchados de polvo.


Vine buscando quietud y encontré matices, y cosquillitas de ganas de vivir, y el jadeo nervioso de mi perra que asusta a la naturaleza con el retumbar torpe de sus largas patas, tum tum, tum tum, y mi propia respiración profunda que intenta captarlo todo, retenerlo en mi memoria.


Vine buscando soledad y me sentí más acompañada que nunca por la increíble riqueza que soy yo, aquí y siempre, conmigo misma.

lunes, 3 de abril de 2023

Con calma

     En un alarde de autodestructivo masoquismo, me he subido a la báscula. Como en una intuición de fuera de este mundo, sabía exactamente el número que iba a devolverme; será que estoy más en sintonía con mi cuerpo que nunca.

Con calma (¡con calma, yo!) observo el número y respiro despacio. No pasa nada. No me gusta, puedo admitirlo, no pasa nada. No voy a hacerme daño. No estoy enfadada. No pasa nada. No estoy cómoda, pero puedo cambiarlo sin hacerme daño. Me perdono, pero necesito aprender de esto, y mejorar: desde que comenzó esta relación sentimental, desde que salí de casa, desde que empecé a ir a terapia, no he hecho más que engordar. Sumar kilos de dos en dos.

Se acabó. Tengo que cuidarme y volver a amar esta piel en la que vivo.