jueves, 26 de agosto de 2021

Mala vida.

 A veces, cuando las cosas se ponen feas, pienso en la conversación entre Matt Damon y Robin Williams en el Indomable Will Hunting. Me parece, a todos los efectos, un diálogo sublime..., y un golpe sin mano.

Hay mucho de cierto en él. No sé qué ruido hace un árbol que cae en un bosque donde no hay nadie, pero sé cómo suena un te quiero que se siente de verdad. O un grito de placer, amortiguado contra la almohada.

He oído la risa de mi madre.

Y sé cómo huele la Capilla Sixtina...

Sabré a qué sabe un "sí, quiero"

Y el llanto de mi bebé, cuando tome su primer aliento.


No sé, no parece mala vida.

lunes, 23 de agosto de 2021

Fundido en negro.

     Imagina esto:


Que es viernes es lo único que te repites, como un mantra, mientras cierras las aplicaciones del trabajo y recoges tus cosas frenéticamente para marcharte. Se supone que debería ser un consuelo, pero sabes que aún quedan 17 largas horas antes de que puedas descansar de verdad, así que no, no lo es. Son las 09 de la mañana, acabas de salir del trabajo y sientes que te estás desmoronando como un bizcocho mal almibarado.

Aproximadamente dos horas más tarde sales del gimnasio, acusando los músculos acalambrados. El cabello se te eriza como el lomo de un gato asustado, anunciando la lluvia incipiente bajo un manto denso y uniforme teñido de un gris más feo que el de los uniformes de los colegios católicos. Corres hacia el coche, aunque más bien tienes ganas de echarte una siesta ahí mismo, en la acera. Agradeces el chorro de aire caliente que sale de las rejillas de ventilación al arrancar e incorporarte al infernal tráfico sevillano de una mañana casi lluviosa.

La clase es tediosa y te ruje el estómago de hambre, lo acallas con café de tu termo rosa de lunaritos verdes, ese que realmente no es un termo, solo un vaso largo con una tapadera que sospechas que no es impermeable (pero tampoco lo quieres comprobar). Dos horas seguidas de lo mismo deberían resultar agotadoras, pero lo cierto es que no lo notas porque A) vives agotada y B) desconectaste de la clase a los 20 minutos de comenzar. Son tus últimos seis créditos para graduarte y tú estás mirando mods de ropa en My Sims Resources porque tienes mono de ir de compras pero sabes que te vas a sentir mal te pongas lo que te pongas.

El frío, húmedo, te acompaña y te cala a lo largo del día. Una vez en casa, saboreas la comida caliente de papá, te agrietas los nudillos fregando los platos bajo el agua helada y de nuevo tu estómago protesta porque has dejado la mitad en el plato y tienes mucha hambre. Eso no contribuye a mejorar mucho tu humor cuando vuelves a montarte en el coche y enfilas la autovía para ver a tu novio, al que imaginas envuelto en sus capas de grasa, pijama de franela, mantas y edredones varios, en la cama.

Cuando baja a abrirte la puerta (el timbre nunca funciona) se queja de frío, lo cual te irrita sobremanera. No parece importarle más tarde, sin embargo, cuando te arrastra bajo el sirimiri para ver a sus amigos. Te pregunta si quieres comer, murmuras que no tienes hambre y por algún estúpido motivo te molesta que no insista. 

Al final la lluvia arrecia y os obliga a marcharos, lo cual te produce un gran alivio. Cuando cierra la puerta de su dormitorio, el ambiente parece volverse más cálido, entre el robusto mobiliario infantil de aire noventero. Por fin sin familia ni amigos, buscas su calor con manos gélidas y te recibe con demasiado fuego, un ardor que lo consume todo muy rápido. Después de veinte minutos de folleteo estándar (sin besos en el cuello, sin caricias y casi sin amor) que intentas alargar como puedes, se viste apresuradamente y te pasa la ropa interior y el pijama que le has robado en una clara indicación de que hagas lo mismo; y, justo cuando te sumes en un duermevelas postorgásmico, se levanta de tu lado calladamente y se sienta frente al escritorio, se pone los enormes auriculares de diadema y sus facciones se iluminan con el haz de la pantalla, en la que aparecen varias personas sujetando armas. Comienza a hablar con sus amigos a media voz. en un leve movimiento, se da cuenta de que estás despierta y te da unas palmaditas en el pie para... ¿tranquilizarte?

Suspiras. Cierras los ojos, no puedes más. Fundido en negro.




Y tú me preguntas, amor, si he tenido algo como lo nuestro alguna vez...

viernes, 20 de agosto de 2021

Pieces

     Entreabrió los labios antes de pegarlos a los míos y sacó la lengua a explorar. Sus manos se alzaron hacia mi pómulo y mi mandíbula, recolocándome el rostro para servir a los propósitos de esa boquita de bizcocho tan exigente, y de pronto un puñado de mariposas salidas de la nada me inundó el pecho y la garganta, dejándome sin aire, sin sonido.

Estaba acostumbrada a sentirme pequeña, pero en un sentido físico. No diría que ahora sea la misma sensación, con Diego, puesto que en esta ocasión nuestros tamaños son mucho más compatibles, compensados y equilibrados; pero de alguna manera vuelvo a sentirme..., no pequeña, diría, pero sí niña. Será su despliegue abrumador de masculina seguridad. Será su forma de corregir mis posturas, reconducir mi cuerpo entre sus manos amables, como enseñándome a amar de una manera nueva. ¿Será el ansia que me come? ¿podría ser el cuerpo en sintonía con el suyo, tensándose en su presencia y humedeciéndose bajo su mirada? o... Serán sus besos en la frente, el tono dulce que emplea conmigo, será que me siento cuidada y protegida como en mi juventud; podría, quizá, deberse a ese nudito de nerviosismo, a esas mariposas a las que aludía antes, que hacía tanto que no aparecían que pensé que las había soñado, hasta que él las despertó con su brazo firmemente anclado a mi cintura, con su forma de dominar mi cuerpo retorcido de placer, a través de su mirada seria, su rictus firme, su amabilidad haciendo encajar todas mis piezas en su vida, abrazando todo lo que soy y haciéndome suya como no lo he sido nunca antes. 

jueves, 19 de agosto de 2021

Unique

     Hoy más que nunca me doy cuenta de la mágica casualidad que somos, de la rareza de esta oportunidad que me das. Que eres, soy y somos la excepción que confirma la regla, la prueba del millón. Agradezco la bendita coincidencia de encontrarnos aquí y ahora, de buscar lo mismo, de sentir las cosas en equivalente intensidad y comernos a besos por las esquinas aunque nos falte el aire de tanto querernos.

miércoles, 18 de agosto de 2021

Hipótesis.

     ¿Y si la situación se hubiera desenvuelto en un entorno ligeramente diferente? ¿habría alterado eso el curso de los acontecimientos.

Mientras nos enjabonábamos mutuamente en la ducha propusimos ese escenario tan interesante. Hemos estado tan inmersos durante tanto tiempo en lo que sucedió el día después de navidad, que creo que ninguno se había planteado que fuera de otra forma.

Pero pongamos que, en lugar de besarnos en una plaza, rodeados de gente en un atardecer de diciembre, hubiéramos quedado en otro sitio. Por ejemplo, digamos que me hubiera recogido en casa para una de sus elaboradas y estrambóticas citas..., bien, no había nadie en ese momento.

Puedo hacerme una idea bastante clara de lo que habría pasado al abrir la puerta. El mismo beso sentido, espontáneo, desesperado y eterno que compartimos, con más manos en la soledad del jardín. Con el corazón latiendo al ritmo del batir de alas de un colibrí y la piel caliente y ruborizada, habría tirado de él hacia el interior de la casa. El sofá, mi dormitorio..., habría dado igual el sitio. 

¿Si, en esta hipótesis, habríamos llegado hasta el final? no lo sé, pero algo me dice que no; al igual que no lo hicimos cuando nos metimos en el coche el pasado 26 de diciembre. Aquella noche nos besamos con febril desenfreno y nuestras manos navegaron por los cuerpos, sobre la ropa, pero no cruzaron ninguna otra línea, no como dos días más tarde, con sus labios cerrándose sobre mi pecho y un dedo curioso investigando entre la humedad de mis pliegues. 

Creo que, si hubiera pasado como lo planteo ahora, probablemente nos habríamos separado con un esfuerzo titánico y la ropa desordenada y arrugada. Maravillados, extasiados... y yo, bueno, un poco culpable.

Lágrimas de San Lorenzo.

    El mar rugía, pero no habría sabido decir dónde.
Un banco de niebla se lo había tragado súbitamente todo, y había algo místico y mágico en el halo de húmeda oscuridad que nos rodeaba. Para mis ojos miopes era como una hipérbole de lo que suele ser mi vista, con el halo lejano de las luces del paseo y el parapeto azulado del cielo desnudo; nada más a nuestro alrededor. Podíamos escuchar un silencio denso y opaco, y solo entonces tomamos conciencia de que estábamos solos por primera vez en lo que había parecido una eternidad.

El beso que me regaló entonces entra definitivamente en la lista de los mejores de mi vida, cargado de una electricidad pulsante y extraña. La necesidad por demostrarle al otro nuestro amor y nuestro deseo pronto colonizó cada célula de nuestros cuerpos, como si en las venas latiera de nuevo el fuego de nuestros primeros días juntos. Cuando sus manos se alzaron para acunarme el rostro fue como si calmaran un dolor del que no era consciente.

Os juro que brillaba. Su piel tostada parecía resplandecer con la blancura sin mácula de la neblina y sus ojos estaban llenos de todas las estrellas que no habíamos podido ver. Admito que me sentí derretir con la sonrisa contenida que impregnaba de pronto todos sus rasgos, que aquel entorno sobrenatural engulló mi gemido cuando tomó mi mano y me hizo acariciarme con ella, bajando desde los senos hacia la pelvis con soltura y una mirada tan intensa que quemaba.

Hubo una intimidad apabullante en la forma en que me hizo el amor, sin más sonido que dos jadeos quedos, el roce lento de la piel con cada caricia y un par de gemidos secos y amortiguados al final.

Dijimos tanto con nuestros cuerpos que no necesitamos voz.
Pocas veces he sentido algo parecido.
Pocas veces he hecho el amor así.

martes, 17 de agosto de 2021

Company

     Pocas veces en mi vida recuerdo que me haya molestado la soledad, hasta que empecé a teletrabajar.

Ni siquiera entonces lo sentí de inmediato, con mi hermano en situación de ERTE quedándose conmigo una buena parte de las noches para amenizarme las jornadas. Sin embargo, cuando se reincorporó a su puesto, la inmensa negrura del cielo pareció echárseme encima y engullirme entera.

Los dígitos del reloj parecían no avanzar y el silencio se llenó de ruido blanco. Traté de llenar los espacios de compañía virtual, pero me costaba concentrarme en los diálogos de películas y series que se perdían en el abismo opaco de la madrugada. Algunas veces trataba de hablar con mi novio de entonces, que también trabajaba de noche, pero su conexión era demasiado inestable y es evidente que sus prioridades eran otras. 

Con el otoño llegó el sol a mis noches, un haz de luz particularmente hermoso, luminoso, cálido y dulce. Pensé que ya no volvería a pasar ni una noche más sola...

... pero aquí estoy, conmigo misma. Me gusta su fresco aroma a rocío, y disfrutar de los colores del amanecer cuando el sol comienza a arrastrarse por el lienzo celeste. Me gusta el canto sincopado de los grillos y cómo su respiración se ha convertido, desde la habitación contigua, en el nuevo soniquete que rellena el ruido blanco de mis desvelos.

Ojalá pudiera abrazarle para dormir y despertarme, descansada, con un beso.

viernes, 13 de agosto de 2021

La magia de sus manos.

Hay mucho que contar y espero poder hacerlo poco a poco, según se asienten los recuerdos y brillen, como Perseidas, destacando fugazmente contra el lienzo negro de la memoria.


Mi profesor de latín decía que recordar es hacer pasar las memorias por el corazón (cor, cordis). Me pareció una etimología particularmente bonita en su momento, y quizá sea por eso por lo que me gusta deleitarme en los eventos más bonitos que puedo traer a la mente. Pienso en los recuerdos como en delicadas piezas lentamente talladas, protegidas por paños de la luz y el polvo; suaves objetos que puedes desenvolver de vez en cuando para observarlos con el mayor de los aprecios. Sin embargo, alguien me contó que el acto de recordar altera la memoria en sí, que nada es fiable en tanto que la química de las emociones distorsiona y afecta a la estructura del evento en nuestras mentes. Esa idea me resultó enormemente perturbadora al principio, pero a estas alturas he comprendido que son los sentimientos lo que permanece y lo que importa. Y por eso me pasaré los próximos días así, recordando, con la mente saturada de la magia que desprenden sus caricias.

domingo, 8 de agosto de 2021

Bad choices.

     Bad days are just rough.

Any day can be a bad day; anctually, today started off quite alright. Feeling good, strong, atractive and pretty confident of everything I'm performing right now. But then everything crumbled down and fell apart in the blink of an eye.

At moments like this, I just kind of want it to stop. At any cost, no matter what. Almost as if every thought hurts..., but how to shut down one's mind? I always come up with the same answer, and a pretty bad one.

So all that's left is coping, I guess.

However, there're healthy and unhealthy coping mechanisms. I can go running and starve for a while, but that creates a pattern of very familiar dependence. On the contrary, I could write for a bit and rely on someone I love and trust.

Guess what's easier.