Qué soy yo, si no la chica que te ama, la que se muere por verte, la que no puede estar lejos de ti. Qué me define, te pregunto, si no las emociones que me provocan tu risa, tus besos, tu lengua apoyada contra el labio superior cuando estás concentrado, tu humor sardónico, tu gracilidad al moverte, tus pupilas dilatadas al verme.
No me entiendo si no es en referencia a ti, a arrancarte un gemido de placer cuando pruebas algo rico que haya cocinado yo, un jadeo ahogado cuando me desnudo delante de ti, un sonrojo aislado cuando te me cuelas dentro, un suspiro de satisfacción cuando te quedas dormido con mi cabeza en tu pecho.
No me entiendo, y no me quiero, sin las cosas buenas que traes a mi vida: deseo de superarme y mejorar, de hacerte sentir orgulloso, de gustarte físicamente, de sorprenderte y despertar tu admiración, de ser mejor persona y hacer florecer el amor más puro y noble de ti. Porque, ¿para qué valgo si tú no me quieres? ¿para qué trabajo, si no es para ti? ¿para qué dormir, si no es para soñar contigo? ¿para qué vivir, si no para hacerte feliz?