jueves, 25 de agosto de 2016

Aprendizaje tardío.

Esta extraña obsesión que te traes conmigo me ha traído muchas cosas a la cabeza que preferiría haber olvidado hace mucho tiempo. Prefería no haberlo recordado, no haberlo pensado, pero lo hice, y por la noche no pude eludir a mi subconsciente y recreé en sueños todas las noches que lloré su ausencia y extrañé su calor. A veces mi cabeza me juega malas pasadas, y me parece que me lo encuentro por las calles, que veo sus ojos al fondo del vagón de metro, a veces me apetece escuchar su música y echo de menos las cosas que no conocí.
Supongo que en parte me siento culpable de repetir la historia a la inversa. Recuerdo el dolor lacerante que supuso no cumplir las expectativas, no estar a la altura de ella. Saber que he causado el mismo tipo de sufrimiento (aunque a pequeña escala, en comparación) a una persona que me importa es lo que no me deja vivir. No los recuerdos... al fin y al cabo lo hecho y lo vivido quedan en el pasado y ya no es lo que era. Pero para él, ahora, es el presente.

Supongo que todo esto me convierte en una mala persona.
Creo que me merezco lo que tengo.

viernes, 19 de agosto de 2016

Blank space.

"Esta es la diferencia" pensé.
Estaba tumbada sobre Ale, todo piernas, brazos y calor. Nuestras respiraciones se habían calmado, al fin, y él estaba dormitando. Esta es la diferencia entre él y tú. Te crees mejor persona, más capaz, potencialmente mejor novio. Crees que vas a sorprenderme con flores y corazones, pero todos han hecho eso alguna vez y ninguno ha sido especial. Crees que eres más listo y más maduro, pero te marchas de las conversaciones en cuanto se toca un tema que te molesta. ¿Qué sería yo para ti? otra más, estoy segura, solo un nombre. Una chica a la que llevarías de la mano, como la muchacha de hace dos meses, pero yo no quiero ser un nombre más y vivir con el miedo de que te de uno de tus sirocos y te marches y me dejes. No puedo vivir con miedo a agradarte. A mí no me importa lo que sepas, lo que puedas hacer, yo solo quiero a una buena persona a mi lado.
Y, ahora mismo, este corazón que late bajo mi oreja se acelera por mí. Por alguna razón inexplicable, Ale me ama y jamás me dejará. Yo te encanto, pero piensas que no soy perfecta..., bueno, pues lo soy. Para Ale lo soy. Soy la mujer más guapa, más atractiva, más inteligente. Ale no está bajo mi encanto, está enamorado de mí. Esa es la diferencia entre él y tú. Vives preocupado de que él me haga daño, y me has hecho sufrir más las últimas dos semanas de lo que él hará jamás, porque todo es sencillo como respirar, como su caricia tierna en mi mejilla, como el calor tierno y perfecto que siento cuando me mira y me sonríe.

Yo no quiero darte esperanzas. Sabes que me divierto contigo, me gustas, y eres atractivo. Pero hombres como tú hay muchos, y buenas personas como él hay muy pocas. No me gusta sentir miedo o inseguridad. Empiezo a pensar que, aunque ale no estuviera en mi vida, jamás saldría con alguien como tú.

Get lucky.

El sol se había marchado tras las montañas cuando me agaché para sentarme en el viejo colchón de muelles vencidos. Casi tocaba el suelo con el culo. Las paredes estaban llenas de humedades, y podía ver desde mi posición la cola de Sully, como había bautizado en broma a la lagartija que vivía tras la cortina de nuestro cuarto prestado.

Lo más curioso es que, a pesar de todo lo que había pasado aquel día, me sentía extremadamente feliz. Mi cabeza olvidó (o ignoró) el hecho de que mi cama era incómoda, mi alojamiento estaba sucio y la comida no era ni demasiado abundante y demasiado rica; y de pronto me abrumó un sentimiento de intensa felicidad. Tenía un techo para dormir aquella noche, el estómago tranquilo, un sitio en el que dormir y agua corriente para ducharme. Tenía ropa seca y me había curado las heridas... Al fin, tras horas y horas arrastrándome montaña arriba bajo un sol de justicia, con el estómago vacío y empapada en sudor, lo único que sentía era cansancio y un dolor sordo en la espalda y los hombros. Pero también me sentía fuerte y esto es algo que debo agradecerle a mi cuerpo.
Sí, mi pobre cuerpo... digo muchas cosas malas de ti. Digo que eres feo, que te has formado mal y que te odio, pero durante esas horas eternas agradecí como nunca tu tenacidad, tu tamaño y tu fuerza. Agradecí que los músculos de mis piernas siguieran tensándose y levantando mi peso a cada zancada, y observé con orgullo cómo se movían bajo la piel con una potencia desconocida. En otras palabras, consciente de que mi cuerpo seguía adelante bajo circunstancias duras, me di cuenta de lo afortunada que soy de ser joven, de estar sana y en forma, de funcionar bien en cualquier situación. ¡Resulta que no soy todo cerebro! Ahora siento que mi cuerpo es resistente, hermoso y útil, y creo que debería cuidarlo un poco más. Al fin y al cabo, fui la única que no se lesionó, y eso debe significar algo.

Esta experiencia me ha dado muchas horas para pensar en muchas cosas, que es lo que yo pretendía. He pensado en mí, en Ale, en mi familia, en mis amigos, en Jorge. Pensé en la guerra, en Roma, en la islamofobia, en el machismo, en mil controversias y temas banales.
Recreé situaciones y me autoanalicé. No llegué a muchas conclusiones, pero tampoco dejé de pensar. Es impresionante cómo se modifican los parámetros de la felicidad cuando tus necesidades básicas no están garantizadas...; creo que también aprecio un poco mejor las comodidades que tengo todos los días. Ha sido diferente a la otra vez, en intensidad, en dificultad y en independencia. En esta ocasión, iba sola, sin nadie que me cogiera de la mano y me dijera dónde dormir o qué comer. No había caído en esa diferencia, pero cuando estás ahí, lo notas... y puede dar un poco de miedo. Como un bocadito del mundo real, por breve que fuera.

Espero que todas estas cosas no se me olviden. Espero haber cambiado, y confío en ser mejor persona... en algún momento.

jueves, 18 de agosto de 2016

Dis-connect.

Han sido dos semanas muy largas para mí. Han ocurrido muchas cosas, y he pensado más aún...; antes de marcharme decidí no llevarme nada para escribir, por ver si de alguna manera conseguía madurar las cosas mentalmente. Ahora me arrepiento, siento que no tengo un punto por el que empezar a razonar las cosas, siento que necesito escribir y no me sale, porque las ideas se han evaporado con el roce tibio del sol en mi piel...

Pero, volviendo a lo que nos ocupa, es momento de comenzar, por donde sea.